Artouste-Eaux Bonnes

Hoy nos hemos levantado pronto (07:30) para ir a Francia. Afortunadamente, el tiempo ha sido bueno y nos hemos podido ir sin incidentes. Tres cuartos de hora después estábamos chapurreando francés en Artouste para coger entradas. En fin, que un rato más tarde cogíamos el teleférico para subir hasta la estación de esquí para coger le petit train d’Artouste. Hemos esperado un poco, y ha llegado el trenecito (porque no es mucho más; una locomotora-tractor y un montón de vagones llenos de turistas). Nos montamos y ya empezamos a oír los mensajes en francés (entre ellos el de que éste es el tren más alto de toda Europa). El viaje era muy chulo, con las montañas a un lado y alguna marmota en el otro. Hemos andado un poco hasta un lago, comido la tortilla de patata de mi madre (igual cuanto más alta esté más rica sabe…) y hemos vuelto (p’abajo).

Ya en Artouste, hemos visto la típica tienda de souvenirs y nos hemos ido a Eaux Bonnes. Allí hemos tomado un helado (Miko de coco; están más evolucionados en tema de sabores de helado que aquí, aunque a un precio…) y hemos estado en un parque. Era curioso, porque el año pasado también estuve en ese parque, pero una semana después (justo en las fiestas de la ciudad) y estaba a rebosar de tenderetes de vendedores y carromatos. Pero hoy el parque estaba desierto, excepto por media docena de niños. Algo más tarde ha venido un payaso (me ha sorprendido que haya rechazado un euro que le daba una niña) a cantar canciones y a hacer un poco de globoflexia. Rebeca (una de los seis que estábamos en el grupo) estaba mirando con cara de anhelo y pena a los globitos porque no sabe francés, así que nos hemos acercado al payaso, que estaba empezando a cantar y ha acabado con un soprendente “¡Viva España!”. Se nos ha acercado un poco y nos ha preguntado (en francés, evidentemente) que si queríamos algo. Y entonces se nos han quedado mirando unas treinta personas que habían llegado, y los cinco del grupo se me quedan mirando a mí. Creo que he dicho algo así como “Elle veut un petit chien“, y ya el payaso ha empezado a preguntarnos nombres, la edad, dónde estábamos, si Nadal o Alonso ganaba… Vamos, un tipo muy majo. Y Rebeca se ha ido con su perrito de globo.


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