Empanadillas, granja, LAN-party (05-06/07)
Bueno, prosigo con el relato de mis hazañas y peripecias:
Lunes 5: me levanté algo tarde porque no había ningún plan para por la mañana. Sin embargo, si había algo planeado para por la tarde: fiesta de empanadillas (como suena). Dos días antes habíamos estado Lisa y yo planeando los rellenos para las empanadillas (aunque se modificaron al final), así que fuimos directamente al super-mega-hiper-mercado. Compramos bastantes cosas, incluido after-sun para mis horribles quemaduras causadas por el sol del día anterior.
Una vez hubimos comprado todo lo que necesitamos, volvimos a casa y nos pusimos a experimentar. Yo le había dicho a Lisa que en España las croquetas siempre tienen atún, huevo y tomate, pero ella replicó que podían ser de otros tipos. Así que nos pusimos manos a la obra, cada uno con un tipo de empanadilla. Mi mejunje tenía tomate (normal), atún (también normal), huevo duro (hasta ahí, nada raro), aguacate (la cosa se tuerce) y un condimento que tienen aquí llamado adobo. Aunque parece que no vaya a pegar mucho, estaban muy ricas. La faena en la que se metió Lisa fue… diferente. Digamos que hubo que calibrar bastante el resultado: plátano, judías, boniato, maíz, leche de coco y, según la versión (dulce o picante), miel y canela, o curry. Hicimos también un tipo, pero de edición limitada, que tenía chocolate y mermelada de frambuesa (en mi opinión, eran las mejores). Cuando estuvimos contentos con los rellenos, lo metimos todo en la nevera y nos fuimos a descansar (yo a leer un rato).
A partir de las 17:00 empezó a llegar gente, y a eso de las 18:00 estábamos todos: Lisa, Lindsay (la hermana de Lisa), la madre de Lisa, Shane (un amigo de Lisa), Inés, Abby, Claire, John (los tres últimos, host-hermanos de Inés) y yo. Durante un rato estuvimos rellenando las empanadillas, horneándolas y comiéndonoslas; estuvimos bastante entretenidos. También puse voz a un vídeo muy patético tratando de imitar al de “Will it Blend?” con la Blendtec:
Cuando estuvimos llenos, pusimos la película de Invictus (ya que la fiesta era de empanadillas y película). La película estaba muy bien; al menos a mí me gustó bastante. Cuando terminó, me preparé la mochila, pues me iba a dormir a casa de los Fischer para ir al día siguiente a ver una granja.
Martes 6: dormí bastante mal por las quemaduras, pero por lo menos tuve la suerte de no tener que ser despertado, pues ya estaba despierto. Después de desayunar y de prepararnos, salimos Susan (la madre de los Fischer), Inés, John, James, Peter y yo rumbo a Fair Oaks Farms, una granja lechera situada en el estado de Indiana, previo paso por casa de Ángela, otra chica del grupo de españoles, para recogerla. A mí la leche americana no me gusta, pero al parecer es porque compramos un tipo que es leche en polvo, y no la leche pura.
Durante el trayecto estuvimos viendo la película “Embrujada” en el DVD portátil que tenían en el coche. No la terminamos de ver, así que dejamos parte para la vuelta. Al llegar nos pusieron una pulserita (aquí en aprovechan cualquier momento para ponerte la pulserita de marras), y nos condujeron a un pasillo lleno de figuras de vacas a tamaño real. Después de ver los típicos paneles con información que tiene cualquier museo, vimos un vídeo que explicaba cómo funcionaba la granja. Era bastante patético: intentaron mezclar todo tipo de bromas con la información, pero se pasaron de gracias. Cuando hubo terminado, nos montaron en un autobús que nos llevó por toda la granja, entrando incluso en los edificios con las vacas.
También entramos en uno de los edificios en los que ordeñaban a las vacas. La sensación que me produjo fue… rara:
Después del recorrido fuimos a un edificio adyacente, donde comimos. En esa granja, además, producían queso y helado, y lo vendían a buen precio: me pedí el pequeño, pensando que estaba bien de precio, y el tamaño era tres veces el de cualquier grande. Además, estaba bastante rico.
Cuando terminamos de comer, cogimos el coche y volvimos a Illinois. Dejaron a todo el mundo en sus respectivas casas, y luego Susan me llevó a casa de una familia en la que habían organizado una LAN-Party. Había unos 12 chicos de entre 15 y 20 años, todos muy majos. Estuvimos jugando al Call of Duty durante 4 horas (yo nunca había jugado; de hecho, no suelo jugar a shooters en casa). A eso de las 21:00, después de habérmelo pasado muy bien y de haber engullido un par de perritos calientes muy ricos, volví a casa. No tengo fotos, ya que el evento no era muy fotogénico que digamos, pero supongo que os podéis imaginar cómo era.
Ya queda menos para volver…