Experimento sencillo: cómo alterar el sentido del oído

Hoy estaba bañándome en la piscina cuando he descubierto algo bastante curioso, que sirve para ilustrar un par de cosas.

Cuando se produce un sonido, las ondas se propagan por el aire desde el origen en todas direcciones. Si nuestro oído está lo suficientemente cerca, el sonido hace vibrar el tímpano, y, tras pasar por una cadena de huesecillos, nervios y demás partes de nuestro cuerpo, llega a nuestro cerebro. Además, según la intensidad con la que recibamos el sonido en cada oído, nuestro cerebro interpreta bastante bien el lugar en el que se inició el sonido.

Por otra parte, cuando la onda viaja por un medio determinado (no tiene por qué ser aire), lo hace a una velocidad que depende de la densidad del material. De este modo, el sonido se transmite mucho más rápido por una vía de tren que a través del aire.

Aclarados estos puntos, paso a explicar el experimento en sí:

Materiales

  • 1 recipiente con agua (una piscina es lo ideal, aunque también valdrá una bañera)
  • 1 reloj sumergible con posibilidad de emitir sonidos
  • 2 oídos

Estando fuera del agua y con los ojos cerrados, cuando pulsamos uno de los botones del reloj para hacer sonar un pitido, podemos decir sin problemas si el reloj está cerca o lejos. Supongamos que hacemos esto con los brazos estirados. Aproximadamente, se puede decir dónde está el reloj.

Pero si ahora nos metemos en la piscina (o sumergimos la cabeza en el recipiente con agua de vuestra elección) con el reloj, y pulsamos el botón (estando el conjunto persona-reloj bajo agua) con los brazos extendidos, nos parecerá que el reloj está justo al lado de nuestra oreja.

La velocidad del sonido en el agua es 4 veces la de éste en el aire, por lo que, a efectos sensoriales, el reloj estará a un cuarto de la distancia de nuestros oídos.


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