Breve crónica de una no tan breve post-operación
Tampoco es que esté siendo muy larga, pero la verdad es que me está resultando algo incómoda por las molestias de la cara.
Tras la operación, me eché una siesta y me desperté con los efectos de la anestesia. Sentía toda la cara como un trapo, y únicamente podía intuir que tenía dientes. Aunque era una sensación bastante inquietante (¿alguna vez os han dormido la boca en el dentista? Pues esto era más fuerte y por toda la cara), al menos no sentía dolor. Realmente, no he llegado a sentir dolor propiamente dicho en ningún momento, simplemente una mezcla entre irritación/escozor/cosquilleo por toda la cara que resulta muy molesta porque no me puedo rascar, lo cual es casi más engorroso.
Por la tarde vinieron a verme familia y amigos, así que estuve bastante entretenido. Por la noche vi una peli en mi ebook, y ya me fui a dormir hasta la mañana siguiente. Me despertaron las enfermeras, que me quitaron el vial del gotero, con la mala suerte de que se les resbaló y a una le saltó un chorro de sangre de un servidor por toda la bata. Cambiando el decorado, podría haber pasado por película de zombies.
Al día siguiente, martes, me dieron el alta sobre las 11 de la mañana, y ya me fui a casa. Estuve remoloneando un poco, pero la cara empezaba a molestar.
Sin duda alguna, ayer fue el peor día: las heridas estaban supurando y empezando a cerrarse, y yo sin poder rascarme. Total, que por la tarde ya estaba nervioso perdido, sin saber bien qué hacer. Después de dar muchas vueltas en la cama, me logré dormir, pero he pasado una noche bastante mala (me he estado despertando toda la noche, poniéndome bien las vendas, etc).
Hoy la cosa ha ido mejor, con las heridas cerrándose, pero me parece que aún me quedan unos cuantos días de incomodidades. Pero ya se sabe: para presumir, hay que sufrir.
Por cierto, la imagen que da comienzo a estas líneas no me hace justicia.