Ayer, después de jugar mi propio partido, fuimos a ver el de mi hermano. Era la final de alevín, y jugaban Romareda contra CBZ. Hasta ahí bien. Estábamos mucha gente por parte de los dos equipos; incluso vinieron algunos amigos a ver el partido. Todo el mundo aplaudía a cada canasta y animaba, incluidas las chicas alevín, que también vinieron a verlo. El partido estaba bastante igualado; había momentos en los que parecía que ganaría un equipo, más tarde el otro. En general, el resultado iba oscilando entre los 5 puntos de diferencia. A todo esto, los padres de los jugadores de CBZ, viendo que sus hijos lo habían ganado todo, creyeron que iban a ganar de paliza. Poco a poco, se fueron dando cuenta de que no había realmente tanta diferencia…
Por otra parte, estaban empezando a aparecer algunas nubes, que, a falta de diez minutos de terminar el partido, comenzaron a oscurecerse bastante. No había llovido en toda la mañana, y nadie se esperaba que fuese a llover en ese momento (llevamos una semana en Zaragoza que está todo el día nublado, y llueve 30 segundos en total). Pero ocurrió. Comenzó a lloviznear, algo nada molesto, y la gente seguía tranquila. Paró un poco, y entonces comenzó a llover de forma más continua. Mientras tanto, Romareda acababa de remontar el partido, marcando 3 ó 4 canastas seguidas, lo que les dio bastante ánimo. Todo el mundo estaba bastante nervioso, en parte por el resultado y en parte por la lluvia que comenzaba a caer. A falta de 1 minuto, ya estaba lloviendo bastante, y el campo estaba mojado, aunque tan sólo hubo dos pequeños resbalones. Entonces vino el momento fuerte del partido: Todo el mundo tenso, Romareda ganando de 9, casi un par de caídas, y, de repente, el mejor de los que estaban jugando de CBZ salió corriendo, hizo una falta y resbaló, cayéndose al suelo. Al instante empezaron a ayudarle a levantarse los demás jugadores, y entonces salió su madre de forma un poco escandalosa, agarró a su hijo y gritó: “¡Mi hijo ya no juega más!”. Alguien le dice: “Claro que no va a jugar más. Como que ha hecho 5 faltas”. Ya os podéis imaginar el resto: todo el mundo incrédulo viendo a la madre en el medio del campo, el árbitro y un entrenador hablando sobre qué hacer…
En conclusión: hay que jugar un día de estos 47 segundos de partido. En parte se debe a que había diversas opiniones sobre el resultado, en parte a que CBZ siempre entrena en pabellón y Romareda en exterior…
47 segundos pendientes… Por lo menos los entrenadores se llevan bien, y el árbitro es competente. Esperaremos a ver qué ocurre durante ese tiempo…
P.D: Acabo de coger del chalet un paraguas de carrito de bebé y lo he unido a una bocina de bicicleta. Pienso estar delante de la canasta de CBZ “distrayendo” cuando tiren. En conclusión, que tendremos que ver47 segundos que no deberían jugar si tuviésemos más sentido común…
P.D. 2: Me está costando tanto publicar esto porque, según mis padres, requería “revisión”. He intentado suavizarlo todo, pero hay cosas que son como son.