Los 4 ó 5 de mi clase que patinaban sobre libros ya no se conforman con eso… Ayer, entro a clase, y un libro de matemáticas me pasa rozando la cabeza. Habían montado una batalla de libros, los mismos con los que patinaban.
A lo largo de todo el día siguieron peleándose con libros, usándolos como frisbys. Milagrosamente, no los pilló ningún profesor…
¡¡Y a mi no me dio ningún libro!!
En clase tenemos una estantería con libros de lectura, de texto, de cuentos… Es como el “almacén” del colegio de libros viejos.
Entre esos libros está (o debería estar) el primer tomo de una enciclopedia, en la que pone: A-Alepo (primera y última palabra). Bueno, pues a la gente de clase le gustó la palabra Alepo (que es una ciudad de Asia), y ahí empezó todo. A las dos semanas, a Alepo le habían arrancado la tapa, es decir, estaba el libro y el encuadernamiento. Un par de días después, las tapas estaban divididas en tres: la parte de delante estaba separada y partida… Como ya no había más libros con nombre extraño que destrozar, la gente se calmó, y olvidaron un tiempo a Alepo (restos).
Ayer, cuando se había acabado el colegio. Yo (el delegado de clase) estoy ya saliendo por la puerta, y oigo un “¡Brooooooom!”. Me vuelvo, entro en clase, y veo un estante entero de libros, vacío. Todos los libros, unos 40, por los suelos. Entonces uno de clase (que sospecho que es el que los tiró, y estoy seguro de que no va a leer este artículo) empieza a decir “¡El delegado a recoger! ¡Que para eso te votamos!”. Evidentemente, yo me fui corriendo. Un detalle: había en clase, cuando estaba saliendo, unas 7 personas, de las cuales 2 se quedaban la siguiente hora porque tenían refuerzo de Lengua… El profesor de Lengua, sin saber qué estaba pasando, iba tranquilo, con su maletín. Yo me voy rápido, por si acaso, y veo a 5 personas corriendo saliendo de la clase.
No sé qué dijo el profesor, pero prefiero no imaginarlo…
Hoy, al llegar al colegio a las 8:05. Encuentro a 4 ó 5 personas (las mismas que salieron corriendo de la clase ayer) patinando sobre libros. De vez en cuando, cogen un libro y se lo tiran a otro… Y dice uno de esos 5 “¡Tengo a Alepo!”, con la página de la enciclopedia donde aparecía Alepo en la mano, agitándola y dando vueltas a la clase…
Pobres libros…
Es increíble la impasibilidad que tienen algunos de mi clase ante las notas. Uno, que no voy a decir su nombre, es el típico estudiante que no estudia: no escucha en clase, le dan igual los exámenes… Bueno, pues, evidentemente, no saca buenas notas.
En un examen que hubo de Naturales sacó un… ¡1! y él, tranquilo como si le hubiesen dicho que mañana tiene que ir a entrenar, dijo “Ah, bueno, es igual… Total, no sirve de nada…”.
En cambio, un amigo, que saca muy buenas notas siempre y estudia a diario, ese día tuvo una equivocación y sacó mala nota (suspenso, pero justo). Al acabar la clase, estaba nervioso perdido y con la cara roja…
En Plástica
pinto dibujos,
pero aunque les eche sosa caústica
siguen siendo rayujos.
En Música
no soy ningún milano
pero, aunque de forma rústica,
sé tocar el piano.
En Inglés
los verbos hay que estudiar
(no es como el Francés)
si en unos años en un vertedero no quieres estar.
Cuando hago el examen de Sociales,
ya sea sobre caballeros
o pueblos medievales,
siempre saco ceros.
En Ciencias Naturales
aprendo sobre la vida de la ballena,
la composición de las sales
o las propiedades de la cayena.
En Gimanasia
para aprobar cuido este músculo;
pero no sirve de nada rezar a Santa Tomasa,
sigo siendo igual de nulo.
Tecnología es divertida;
con dos grúas y una polea
puedo hacer una brida,
aunque granjero no sea.
Pero en Francés
hay que saber decir “mademoiselle”. [madmuasel, más o menos...]
Maña hay que tener
para saber decir Torre Eiffel.
Ya en Religión
estudio a los profetas;
y me explican qué es la oración
si no como Peta-zetas.