La Expo: contras

El otro día nos mandaron una redacción en Lengua sobre la Expo, y yo, para no hacer lo de todo el mundo (“La Expo es un acontecimiento que trata [...] hay pabellones en los que puedes ver cosas, como en [...] las cosas son muy bonitas[...]“), hice una crítica a lo peor de la Expo. Allá va:

La Expo ha sido un acontecimiento muy importante en la historia de Zaragoza. Era una exposición que trataba sobre el agua y desarrollo sostenible, en la que participaban más de 100 países de todo el mundo. En algunos pabellones de países había contenidos muy interesantes, como en el de España o el de Aragón. En otros, en cambio, sólo había tenderetes y mercadillos en los que vendían abalorios y pulseras, algo bastante lamentable. El acceso a los pabellones se hacía por la entrada, en la que en muchos había filas de hasta 5 horas. Para saltarse las filas, había que hacer fila en otro lugar, donde se recibía un papel que servía para hacer otra fila diferente. De cualquier manera, había que esperar mucho tiempo. Otro método de saltarse filas, menos honrado, era obtener los servicios de una persona impedida, por ejemplo con silla de ruedas. Por una cantidad de alrededor de 25€, podías saltarte la primera y la segunda fila, para poder estar en una tercera con lisiados y enfermos.
En resumen, muchas filas y colas que, en algunos casos, sólo sirven para ver tenderetes de gente de color.

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