jul 29 2010

Sangre por partida doble

Hoy he ido al médico porque tenía una revisión, pero hemos ido un poco antes porque me tenían que sacar sangre por otro motivo. Hemos esperado un poco en la fila, he pasado a un cuartito pequeñito y me han pinchado. Yo debería haber estado mirando cualquier otra cosa menos mi brazo, pero me ha resultado fascinante la consistencia de la sangre y lo raro que se hace que mi brazo, que no está líquido, deje salir tal cantidad de… líquido. Vamos, que he estado mirando el proceso de principio a fin. He salido, y, casi inmediatamente “Huy, me mareo un poco. Bueno, no es nada, se está pasando”. 5 minutos más tarde, estaba yo con la cara completamente blanca sentado en una silla, y mi padre por ahí buscando un poco de agua. Al cabo de 10 minutos se me ha pasado, y como era hora de la consulta a la que íbamos realmente, hemos ido para allá. Mi padre ha bromeado con el hecho de que quizá me tuviesen que sacar sangre, pero nada serio.

Al entrar en la habitación nos hemos sentado y ha tenido lugar el siguiente diálogo:

[...]

Mi padre: Sí, bueno, hace un momento se ha mareado bastante porque le han sacado sangre, pero ahora está mejor.

Médico: ¿Y cómo lo han hecho?

Juan: Mmm… con jeringuilla.

[Silencio incómodo]

Médico: Si, bueno, ya, pero es que nosotros también te tenemos que sacar sangre…

10 minutos más tarde, un cuadro de un cuartito pequeño sufría un análisis muy minucioso.


jul 26 2010

Museum of Science and Industry, vuelta a Downtown (11-12/07)

Después de pasar un buen rato arreglando las fechas de las anteriores entradas sobre USA y el contenido porque estaban mal, sigo escribiendo sobre mi viaje:

Domingo 11: por la tarde se jugaba la final de España en el Mundial de fútbol, así que Susan, la madre de los Fischer, me invitó a ir con ellos a ver el partido. Yo quizá hubiese aceptado, pero teniendo el plan alternativo de ir al Museo de Ciencia e Industria de Chicago, me parece que no me costó mucho decidirme.

A mediodía salimos Bryan y yo rumbo a Chicago, y al cabo de una hora estábamos ya en las puertas del museo.

Como edificio, era enorme. Sólo que yo eché un poco de menos un poco más de espacio para la “zona seria”, ya que las atracciones para niños ocupaban gran parte de la planta baja. Aun con todo, estaba bastante bien, con una sección de Ciencia muy lograda (había una bobina Tesla de 8 metros que se descargaba de vez en cuando con un ruido de mil demonios), y reproducciones de aviones (incluso una completamente operativa del Flyer I de los hermanos Wright) sorprendentes. También había una tabla periódica de varios metros con muestras reales de la mayoría de los elementos.

Aunque a mí lo que más me gustó fue el Mindball, un juego consistente en una mesa con dos sillas enfrentadas, y una pequeña depresión en el centro en la que había una bola. Los jugadores se sentaban, y se ponían una banda alrededor de la cabeza. Esta banda medía las ondas cerebrales, mostrándolas en una pantalla. Al relajarse, las ondas cerebrales disminuían, y la bolita era enviada al rival. El jugador que consiguiese llevar la bolita al campo contrario, ganaba. ¡Yo gané!

Eran divertidas las caras que ponían algunos al relajarse, parecían estar en el baño.

Me parece que a eso de las 16 nos fuimos, habiendo visto casi todo. Y para terminar de ver lo que nos faltaba, en el viaje de vuelta nos encontramos con este coche:

Bonito alerón, ¿no?

Lunes 12: Bryan y yo salimos por la mañana hacia Chicago, para dar una vuelta con los Fischer. Un poco antes de salir, llamó Susan diciendo que sus hijas estaban enfermas, por lo que no podrían ir, pero que irían Inés y Lucía con unos amigos de la familia. Como en otras ocasiones, nos reunimos todos en el primer vagón del tren.

Al llegar a downtown, cogimos un Watertaxi para llegar al centro rápidamente. Sorprendentemente, el trayecto sólo costaba 2$, y ofrecía unas vistas bastante buenas de toda la ciudad. Al atracar en nuestro destino, pusimos rumbo a la Hancock Tower.

En Chicago hay un rascacielos muy famoso, la torre Sears, y se puede subir a su observatorio para admirar la ciudad. Sin embargo, cuesta 16$ y las vistas no son todo lo buenas que podrían ser, ya que está justo en el centro de la aglomeración de edificios, por lo que no se ve el “cogollo” en todo su esplendor. Por este motivo, fuimos a la torre Hancock, que está algo alejada del centro rascacieril. En el piso 94 hay un observatorio, pero, de nuevo, hay que pagar 15 $ para entrar. Por suerte, en las plantas 95 y 96 hay un restaurante de lujo con muy buenas vistas, aunque teníamos el inconveniente de que para estar allí necesitábamos tener 21 años o estar acompañados de nuestros padres. Dejando el problema para luego, empezamos a hacer fotos (bastantes personas mirándonos, pero qué más da), ya que las vistas valían la pena. Al cabo de 5 minutos, una camarera se nos acercó y nos dijo amablemente que no podíamos estar allí, a lo que le contestó una de las amigas de los Fischer que “nuestros padres están en el baño”. Toma ya. Hicimos un par de fotos más, y pusimos pies en polvorosa. Al llegar a la planta 0, intentamos pasar desapercibidos por el hall, sólo por si acaso, pero se trataba de algo bastante difícil siendo que en la enorme habitación sólo estábamos nosotros 5 y los conserjes de dos metros y aspecto ligeramente inquietante. Parecía que lo estábamos consiguiendo; de hecho, algunos de nuestro grupo ya estaban en las puertas giratorias, pero de repente un conserje se levanta y me dice “¡Hey!”. Yo automáticamente me doy la vuelta y le tiendo mi mochila, pensando que la iba a examinar, pero el hombre se ríe y me dice “¡Me gusta tu camiseta!”. Llevaba una camiseta de Bender, el de Futurama…

Ya me estaba dando la vuelta para huir, jeje

Después de esta pequeña aventura, volvimos a Michigan Avenue, y, como yo me acordaba de la dirección exacta de la Lego Store, fuimos hacia allá. Allí me compré un par de desmontadores de piezas, un pequeño cubo que rellené con las piezas que quise, y una pequeña bandeja para hacer cubitos de hielo con forma de minifig:

Lástima, a veces salen decapitados...

Al cabo de un rato curioseando por la tienda, fuimos a buscar a Bryan para comer con él. Nos llevó a un sitio típico en Chicago, una bocatería en la que hacían bocadillos bastante ricos.

Tras la comida, por petición popular fuimos de shopping. Yo encontré algún recuerdo, y unas cajitas de caramelos con forma de seta y estrella de Mario Bros. Ya por la tarde, cada uno se fue por su lado, y a mí me llevaron a la estación de tren. Fin del día.


jul 26 2010

Veredicto: la prueba del Carbono-14 es un engaño

Hoy, por ser día de Santiago (¿San Santiago o  santo Santiago?), hemos ido a misa. Hasta aquí, nada del otro mundo. El cura era el mismo de siempre, y, todo sea dicho, ya me mosqueó un poco la primera vez que le vi (habló en el sermón sobre la virtud de la pobreza y la solidaridad, y al terminar la misa se fue en un Mercedes). Pero esta vez, creo yo, se ha pasado.

Ha estado hablando de cosas varias (seamos sinceros, no me he enterado). Pero en un momento del sermón, ha empezado a hablar de la importancia de la Iglesia, algo normal, dentro de lo que cabe, en un cura. Aburrido, pero normal. La cosa se habría quedado en soporífera si no hubiese continuado hablando, criticando todo lo que “arruina la Fe”. Incluida la Ciencia:

Y nos intentan decir que la Sábana Santa es un engaño, empleando pruebas pseudocientíficas.

Pues perdone, buen hombre, pero me parece que, dejando de lado la eterna discusión sobre si el Sudario de Turín es de verdad o no, llamar prueba pseudocientífica a la datación por radiocarbono es una patada a la Química, a la Física y a la Ciencia en general. Si le hace ilusión decir que hay controversia sobre el tema, dígalo. Si le apetece comentarnos su propia opinión, dígala. Pero, por lo menos, no considere la prueba del Carbono-14 una prueba pseudocientífica. Porque “pseudo” no significa otra cosa que “falso”, así que creo que necesita bastantes pruebas (y bastante más difíciles de encontrar que las necesarias para probar que la Sábana Santa es anterior al siglo XIII) para poder decir que es falso un método que ha hecho avanzar considerablemente a la Arqueología y es merecedor de premios Nobel.


jul 24 2010

Unificador de números por Serial para Arduino

No sé si os habrá pasado, pero al utilizar la función Serial.read() de Arduino, si se envía un 56 no se envía un 56 como tal, sino un 5 y un 6, que no es lo mismo. Es decir, que en vez de enviar un sólo número de dos dígitos, se envían dos números de un dígito. Para solucionarlo, he escrito este pequeño programa que permite unificar los números, algo útil para usarlo, por ejemplo, con servomotores:


jul 23 2010

Longaniza cofrade

Estaba comiendo un trozo de longaniza, cuando se me ha ocurrido hacer esto…

Imagina encontrártelo por la noche por el pasillo... Ton. Ton. Ton.

El año que viene lo apuntaré en alguna Cofradía.


jul 22 2010

Taxes

Estaba yo ayer en la fila de la panadería, y ya estaba añadiéndole mentalmente al precio de la barra el 8.25%…