abr 8 2012

Búnkers pirenaicos

He pensado seriamente si merecía la pena o no subir esta foto. Todo sea por el asentamiento para mortero que tengo a mis pies.

Ayer por la tarde disfruté de un paseo poco habitual. Estos días los he pasado con mi familia en los Pirineos, pero en esta ocasión no hemos seguido el tradicional plan de “excursión al monte”. Al menos, no exactamente. Esta vez lo que íbamos a ver me resultaba más atractivo aún que la clásica cena consistente tras la caminata.

Por la mañana del sábado 7 se realizó una visita guiada por la zona de Canfranc Estación en la que se visitaron los diversos búnkers del entorno. ¿Búnkers?, os preguntaréis. Pues sí, resulta que en los años 40 Franco fortificó los Pirineos con cerca de 8000 búnkers para así estar protegidos de un posible ataque por parte de los Aliados. Las obras duraron unos cuantos años, pero fueron abandonadas sin terminar súbitamente en el año 50 a causa de su inutilidad, ya que se firmaron diversos tratados diplomáticos con las demás potencias europeas que los hacían innecesarios. No obstante, las construcciones se cerraron y ocultaron, y así han permanecido muchas hasta fechas muy recientes. La localización de algunas es de dominio público, ya que la gente de los pueblos las conoce, pero otras han tenido que ser descubiertas por especialistas en la materia. O especialista: José Manuel Clúa, quien lleva varios años investigando sobre el tema y documentando todos y cada uno de los búnkers aragoneses. Los que encuentra, claro: todavía le quedan unos pocos por hallar.

Pues bien, nosotros no fuimos a dicha excursión guiada. Pero tuvimos la suerte de, tras comer con José Manuel en casa (es amigo de mis tíos), ir con él a dar una vuelta por las fortificaciones de Hoz de Jaca (inmediaciones de Santa Elena). Sinceramente, me resultó impresionante. Ir caminando tranquilamente por el bosque y de repente darte cuenta de que lo que a primera vista era un agujero no es sino la entrada a una sala de tamaño respetable con un pequeño almacén y troneras para dos ametralladoras impacta. Y no todos eran iguales: vimos nidos de ametralladoras, pero también asentamientos para morteros o cañones anti carro. La verdad, algo que si no lo vas buscando no lo encuentras. Y, por lo que decía nuestro guía, ni aún así.

Podría relataros cómo fuimos penetrando en cada uno de los búnkers que visitamos, pero creo que es mucho mejor leerlo en cualquiera de los libros que ha escrito José Manuel sobre el tema (si no me equivoco, lleva dos y está ahora con el tercero). El que tengo sobre la mesa es Cuando Franco fortificó los Pirineos: la Línea P en Aragón, de Katia. Todavía no lo he leído, pero pinta muy interesante.

Tengo claro que con un reclamo como éste a partir de ahora no le supondrá tanto esfuerzo a mi madre el sacarme de casa.