oct 21 2009

Caída libre

Con motivo del concurso de Tomás de Relatos Cortos (pospuesto hasta el día 8), he escrito esto:


Me parece que me voy a ir ya, estoy algo cansado.

¿Tan pronto? Pero si acabamos de cenar. Anda, tómate una copa —levantándose de su silla, me preguntó— ¿Sabes qué día es hoy?

Sí, 3 de Octubre de 1999. ¿Por qué?

Veo que no conoces la historia —me alargó una copa de whisky y, sentándose en su sillón, comenzó su relato. Temiéndome que iba para rato, también me puse cómodo.

Hace unos cuantos centenares de años, esta ciudad dependía de un noble. Debido a sus grandes deudas y a sus necesidades como señor de la zona, comenzó a oprimir a sus vasallos aumentándoles los impuestos, expropiándoles lo poco que tenían e, incluso, torturando a los que se quejaban de su gobierno.

Un día, concretamente un 3 de Octubre, como hoy, el pueblo se encontraba tan harto de su señor y del trato que les dispensaba que organizaron una partida de hombres para que decapitasen al malvado tirano y, así, librarse de su opresión.

A pesar del sigilo con que fue preparada la incursión, el noble se había enterado. Hallándose solo y sin más compañía que la de salas vacías, optó por invocar al diablo. No se sabe qué oscuras artes empleó, pero todo ser viviente que se encontraba en las inmediaciones del castillo pereció, echando por tierra el intento de acabar con el noble.

Unos dicen que Satanás se llevó el alma del señor feudal. Otros, que antes de la masacre se suicidó, arrepintiéndose de todo lo que había hecho. Para bien o para mal, nunca se supo.

Después de este suceso, apareció la creencia de que, todos los años y en el mismo lugar, los que murieron a manos del diablo vuelven a este mundo, acabando con todo aquel que encuentran en su empeño por liberarse de su amo.”

Yo había estado tan pendiente de sus palabras que ni siquiera había tocado mi vaso. Lo apuré de un trago y le di las gracias por la velada.

No creo que quieras quedarte a pasar la noche aquí, ¿verdad? —preguntó, burlón— ¿No tendrás miedo de los campesinos fantasma?

No te preocupes, sé cuidarme solo. Bueno —dije, sonriente—, ya nos veremos mañana.

Aprovechando que tenía unos días de vacaciones, decidí volver a Bélgica. Después de unos días deambulando por Bruselas, fui a Brujas para visitar a mi tío, que vivía solo desde que mi tía falleciera en un accidente.

Sumido en mis cavilaciones, no me había dado cuenta de que estaba caminando junto a uno de los varios canales que atravesaban la ciudad. Las aguas estaban cubiertas de una densa capa de vapor, y el frío había contribuido a que apareciese una gruesa cortina de niebla. Con las manos en los bolsillos para que no se me helasen, apreté el paso para llegar al hotel, pues el whisky que había tomado empezaba a hacer efecto.

No había llegado ni a la mitad de la calle cuando noté un apestoso hedor que me hizo fruncir el ceño. Al poco, oí un rumor apagado. Algo confundido, miré a mi alrededor, pero en la desierta calle sólo se veía alguna polilla a la luz de las farolas.

Al pasar por delante de un callejón, lo vi: era una sombra pequeña, de unos 10 centímetros, que se movía rápidamente. Casi inmediatamente, apareció otra. Y luego otra.

Algo inquieto, pensé que lo que veía se debía al alcohol y al cansancio, pero cambió de opinión cuando un par de esas criaturas se me acercó lo suficiente como para verlas en detalle.

Eran ratas, y hámsteres, y ratones. Su pelo presentaba un color grisáceo, algo apagado, y en algunas zonas se les podía ver la sucia piel. Pero lo peor eran los ojos: pequeños, relucientes al resplandor del alumbrado, brillaban como velas.

No sentía temor por los roedores, pero aquella visión me estremeció. Me apresuré y procuré alejarme cuanto fuera posible de aquella marabunta.

No pude. Nada más ponerme a correr, cientos, miles de roedores se me echaron encima, mordiéndome, arañándome con sus afiladas uñas. Por suerte, se veía una luz al fondo del callejón.

Intentando zafarme de los bichos que me envolvían como un abrigo de piel debí de resbalar en la piedra húmeda, pues por un momento perdí el conocimiento.

Lo siguiente que sentí fue que estaba tumbado en el suelo, y que me una luz cegadora me quemaba los ojos. Cuando se acostumbraron a ella, me di cuenta de que las alimañanas habían huido, y de que la luz provenía de un farol. Y de que el farol estaba sujeto por una mano arrugada llena de quemaduras y ampollas. Alcé un poco la cabeza, y por poco no perdí el conocimiento de nuevo.

Su cara estaba carcomida y, junto a él, había más hombres. Uno de ellos se me acercó con una hoz y, sin pronunciar palabra, me levantó y puso mi cabeza sobre el murete que separaba la calle del canal.



Vi cómo mi cuerpo se alejaba, cada vez más alto, y luego pude probar el sabor del agua por última vez.


sep 23 2009

Celebrando la victoria

No sabemos absolutamente nada de la entrega de premios del concurso “A Navegar”, pero eso no nos ha impedido poder celebrarlo.

Hoy, después del cole, nos hemos ido a comer Abraham, Pepe, Alfonso y yo, y hemos estado un rato hablando. Lo que queda por ver es el tema de la página web que presentaremos este año, no creo que se pueda repetir el mismo tema…
Mientras tanto, a ver si el jurado se pone las pilas, que hace ya dos meses que salieron los resultados.

sep 18 2009

Una semana de cole

Ya sólo quedan 29.

De momento, la cosa va bastante bien: los compañeros de clase son bastante tranquilos (a excepción de la clase de francés, en la que nos unimos los dos grupos), así que la mezcla de clases ha salido bastante bien.
Las clases también han mejorado respecto al año pasado, puede que por no tener Ciudadanía, ni Biología, más horas de Matemáticas, de Inglés… Y por tener Informática, claro está. Aunque si sólo diésemos el temario del libro no creo que llegásemos a tener los conocimientos necesarios para abrir el Word… Un ejercicio: “¿Qué diferencia hay entre cerrar y minimizar una ventana?”.
Pronto empezará el TTM, y junto con los dos o tres concursos a los que nos queremos apuntar Ernesto y yo, tendremos mates para rato. A ver si ganamos alguna competición, como el año pasado.

Y mientras tanto, seguimos esperando a que los de Educared terminen de decidir dónde y cuándo será la entrega de premios…


sep 16 2009

Concurso de escritura

Tomás vuelve con otro concurso, esta vez un poco más preparado. De momento sólo hay un anuncio, pero pronto publicará las bases. Os dejo con su adelanto.


ago 30 2009

I Concurso de creatividad artística


Así tenía que haber empezado yo este blog:

Perfecto o defectuoso, el joven blog de Tomás, acaba de abrir el plazo de entrega de trabajos de su I concurso de creatividad artística, en el que, según él, hay que
[...] abrir vuestra mente, vuestra imaginación. Tenéis que usar los objetos que tengáis alrededor para crear formas, símbolos, figuras, signos como la que yo he creado del símbolo de la paz que podéis ver en esta entrada.

La dirección a la que enviar los trabajos está en su blog; hay un máximo de dos trabajos por persona. Hasta el 14 de Septiembre hay tiempo para enviar vuestras obras de arte.

El primer premio consistirá en unos minialtavoces y un regalo sorpresa, y el segundo en un regalo sorpresa.

Así que me parece que voy a tener que pensar, porque esos altavoces me parecen una buena alternativa a los que quería construir yo (si alguien que no gane los quiere y entiende de Electrónica, que use un Audio Jack, dos chips 741 y dos altavoces).


jul 31 2009

¡Terceros de España!

Hace unos meses Alfonso y yo nos inscribimos en el concurso “A Navegar 10“, de Educared (de la Fundación Telefónica), que consistía en realizar trabajos sobre temas relacionados con las asignaturas del colegio en diversos formatos. Nosotros elegimos la Modalidad Web.

Empezamos con problemas: nos apuntamos un día antes de que se cerrase el plazo de inscripción. Y ni siquiera teníamos pensado el tema de la página. Abraham, nuestro profesor de Tecnología, propuso hacerla sobre la Electrónica.
Y así empezó todo.
Durante las siguientes dos semanas no hicimos nada. Bueno, pensar y estudiar (que no es poco). Para entonces quedaban tres semanas para entregar los trabajos (¡y ni siquiera habíamos empezado!). Un buen día, Abraham nos presentó a Pepe, un profesor de Electrónica de la Universidad.
Quedamos con él un par de días, lo suficiente como para resolver las dudas que teníamos (este año no he dado apenas electrónica en el colegio: la actitud de la clase era tan mala que tardamos 5 días en entender el código binario). Además, nos ayudó a añadir muchos matices a los artículos.
Un par de tardes fueron suficientes para crear el esqueleto del proyecto: queríamos una página sencilla, sin muchos adornos. Desplazamiento sencillo. Para nada estridente. Que llamase la atención por su contenido. Bien documentada. Científica. Exacta. Clara. Y creo que lo conseguimos.
Me quedé bastantes noches hasta la una de la madrugada redactando artículos sobre componentes electrónicos, buscando información más allá de la Wikipedia, creando fondos que no fuesen molestos para la vista…
No era perfecta, faltaba información, necesitaba unas cuantas horas más de trabajo. Como ha dicho Pepe, fuimos “de culo”. Pero llegó el último día, y hubo que entregarla.
No teníamos muchas esperanzas, ya que muchos concursos están trucados a favor de los colegios públicos, pero esperábamos que Telefónica fuese más imparcial.
Pasó el tiempo… Dijeron que antes de acabar el curso tendrían los resultados, pero fue una falsa alarma. Y después anunciaron que sería antes de terminar Julio. Durante varias semanas, he estado mirando la web de Educared en cuanto podía, y hoy, finalmente, estaba lo que quería ver.
Busco mi categoría, y veo el primer puesto: no éramos nosotros. Baja el optimismo contenido. Segundo lugar: tampoco. Se desinfla aún más. Tercero: tampoco. Pero, ¡un momento! Ahí pone que “3º PREMIO. Se concede el 3º Premio a dos trabajos, por considerar a ambos igualmente merecedores de este galardón. Este tercer premio lo comparten, ex aequo, las siguientes propuestas:“. Bajo un poco y…

Un par de gritos por Hoz de Jaca, y me pongo a mirarlo con más detenimiento: los premios serán los mismos, a pesar de estar compartiendo el tercer puesto. Así que me llevaré un MP4 de 4 Gb , y el colegio equipamiento informático. Y un diploma acreditativo. Por cierto, según el jurado,
Extraordinaria web sobre la electrónica, con un contenido completo y complementado con imágenes adecuadas, ejemplos y actividades prácticas. Se valora su diseño, navegación y la implicación que muestra todo el equipo.

Así que, de momento, me quedaré bastante tranquilo, aunque mosqueado con mi ordenador: nada más llegar a casa, ha pedido que lo reinicie para lo de las actualizaciones automáticas… Y ha aparecido un gran pantallazo azul de la muerte. Mi padre ha estado un rato, y lo ha dejado con la salud justa como para hacer una copia masiva del disco duro.