Esto es un ejercicio que nos mandaron en Lengua: narración, diálogo y descripción. Pero yo fui un poco burro, y:
Él había llegado a su casa, después de 8 años de ausencia. Curiosamente, todo el pueblo parecía más tranquilo de lo habitual. No había ninguna luz encendida en toda la calle, y ni siquiera se oían perros en las fincas. Pero él no se dio cuenta, en parte porque quería llegar pronto a casa y en parte porque estaba muy cansado. Caminando, fue acercándose a una parcela en la que se veía un edificio grande de dos plantas y entró. Entonces sí se dio cuenta de que pasaba algo raro: la mayoría de árboles aparecían quemados, al igual que el césped. No quedaba ninguna herramienta en el cobertizo, y habían desaparecido todas las bicicletas y patines, aunque sí se podían ver las motos que, encadenadas a las farolas, no se habían podido robar. Aterrado, se fijó en que la fachada de su casa, siempre limpia, estaba ahora llena de graffitis y pintadas. La puerta de entrada parecía rota y astillada, como si la hubiesen reparado desde dentro. Lentamente, fue metiendo la llave en la cerradura y abrió. Se encontró el recibidor oscuro y sucio, con trazas de que hacía mucho que no se limpiaba. De repente, se ilusionó al ver que en el salón ardía un fuego en la chimenea, y se acercó. Dentro estaban sus padres y hermanos, algunos armados con fusiles, apuntándole a la cara. Súbitamente, le reconocieron y les cambió la expresión. Se repusieron todos rápidamente y comenzaron a hacerse preguntas:
-Padre, ¿qué ha ocurrido?
-Por el amor de Dios, mejor no preguntes. Sólo debes saber que es algo horrible.
-¿Acaso ha habido algún incendio?
-Sí, pero no sólo uno… Y más cosas. Cosas malas.
- ¿Por qué ha pasado todo esto? Todo parece abandonado.
-Hijo, mañana -se calló, dejando oír un ruido de armas de fuego en el exterior- te lo contaré todo. Ahora ve a descansar.
-Necesito saberlo, ¿QUÉ HA PASADO?
-De acuerdo, vayamos a la montaña. Allí está el origen del mal.
Se acercaron con el coche padre e hijo a una loma, y siguieron ascendiendo hasta la cima del monte. Allí pudieron ver un espectáculo sobrecogedor. Centenares de haces de luz iluminándolo todo, docenas de edificios de metal y vidrio, calles llenas de lujosos coches, y disparos, muchos disparos. Se podían ver a muchas personas, todas alegres y eufóricas, aunque ebrias o drogadas. Todo parecía aterrador, era una ciudad del mal, en la que había casinos, bancos y hoteles, custodiados por mafias y delincuentes. Pero lo más monstruoso estaba más arriba, sobre las montañas. Unas letras enormes, brillantes, amenazadoras, de varias decenas de metros de altura, vigilaban el paisaje. Esas letras eran GRAN SCALA.