ago 7 2010

En casa

Después de 13 horas de viaje en coche, varias de las cuales hemos pasado parados por atascos (bouchons), hemos vuelto a casa.

Estos días terminaré de contar mis aventuras en el Nuevo Mundo, quizá comente alguna idea que he tenido por Bretaña, y, a lo mejor, piense en renovar algo de la plantilla del blog, de la que un lector ha dicho:

Cada vez que entro me parece una sala del psiquiátrico, ahí todo blanco.

Y tiene toda la razón.


ago 1 2010

De vacaciones

Ayer me vine a Francia de vacaciones con mis tíos, así que el blog estará bastante parado durante esta semana.

¡Feliz verano a todos!


jul 30 2010

Lego Club, Up, rock climbing, tapas bar (13-14/07)

Martes 13: por la mañana me fui con John, el hijo mayor de los Fischer, a una especie de club de Robótica al que le habían invitado a ir. Fui con él, su set de Lego Mindstorms, y con su madre (la de John, no la del Lego) a la casa de una familia normal, no era ninguna gran organización. La madre de la otra familia había pensado que sería bueno hacer un club de robótica en su pueblo con su hijo y más gente, así que había invitado a John a formar parte del equipo.

En realidad, no era todavía una reunión del grupo, simplemente estábamos ahí la madre y el hijo de la otra familia, John y yo. Estuvieron explicándonos qué hacían en el grupo, diferentes concursos en los que habían participado, etc. Después, el otro chico estuvo enseñando a John algunas cosas del programa del NXT, y yo aproveché para montar cosas con las piezas que tenían debajo del sofá. En esa casa, lo que no les faltaba eran medios: sólo por las piezas que tenían por los suelos (y ya no cuento las que estaban ordenadas en grandes cajas de cartón) ya tenían más que yo. Era alucinante ver tal despliegue de fuerzas en un salón tan pequeño.

Sobre la una volvimos a la casa de los Fischer. John y yo, que estábamos sanos, estuvimos un rato con el ordenador, y al cabo de un rato fuimos a una tienda bastante popular de la zona, No-se-qué Closet. Se trataba de una tienda de ropa de segunda mano, al parecer era la que utilizaba mucha gente del pueblo. En general, la ropa que había estaba en un estado aceptable, pero nos encontramos una camiseta con una sospechosa mancha de algo entre el café y el sudor.

Para más inri, la camiseta tenía dibujos de escorpiones

También vimos unas zapatillas que le gustaron a John, así que se las quiso probar. Metió el pie dentro de una de las zapatillas, pero no pudo: había algo dentro. Metió la mano como quien no quiere la cosa, y sacó… ¡un calcetín usado! (Y fermentado durante meses dentro de la bota).

Después de comprarme una camiseta, volvimos a casa. Al cabo de un rato fuimos todos a Lombard, y nos reunimos con Lisa para ir al parque, ya que proyectaban por la noche la película Up en una pantalla de la explanada. Había bastante gente, pero por suerte conseguimos un sitio bueno en la segunda fila. Cuando terminó la película y los mosquitos se hubieron hartado de alimentarse a nuestra costa, volvimos cada uno a nuestra respectiva casa.

Miércoles 14: por la mañana fui con los Fischer a un rocódromo. Nunca había estado en uno, y la verdad es que me lo pasé bastante bien. Al cabo de unas cuantas paredes subidas tenía que concentrarme en obligar a mis dedos a doblarse, porque no respondían como deberían, pero estuvo entretenido.

¡Peligro de derrumbe!

Como ese día era el cumpleaños de Susan, la madre de los Fischer, me invitaron a quedarme a cenar, y después a ir a un restaurante de tapas. Allí también tienen tapas, como las nuestras, sólo que las consideran algo de gourmet, que hay que comer con servilleta y por lo que hay que pagar por lo menos 4€. Nosotros fuimos solamente a tomar el postre, que tenían precios más normales (no como la empanadilla por 3€). Cuando terminamos, hicimos algunas fotos y a mí me dejaron en Lombard:

Arg! No me había fijado en el pequeño detalle de M.A.USA.


jul 29 2010

Lomo curado

Es lógico, si está curado es porque se había hecho daño, ¿no?

Clic para ampliar


jul 29 2010

Sangre por partida doble

Hoy he ido al médico porque tenía una revisión, pero hemos ido un poco antes porque me tenían que sacar sangre por otro motivo. Hemos esperado un poco en la fila, he pasado a un cuartito pequeñito y me han pinchado. Yo debería haber estado mirando cualquier otra cosa menos mi brazo, pero me ha resultado fascinante la consistencia de la sangre y lo raro que se hace que mi brazo, que no está líquido, deje salir tal cantidad de… líquido. Vamos, que he estado mirando el proceso de principio a fin. He salido, y, casi inmediatamente “Huy, me mareo un poco. Bueno, no es nada, se está pasando”. 5 minutos más tarde, estaba yo con la cara completamente blanca sentado en una silla, y mi padre por ahí buscando un poco de agua. Al cabo de 10 minutos se me ha pasado, y como era hora de la consulta a la que íbamos realmente, hemos ido para allá. Mi padre ha bromeado con el hecho de que quizá me tuviesen que sacar sangre, pero nada serio.

Al entrar en la habitación nos hemos sentado y ha tenido lugar el siguiente diálogo:

[...]

Mi padre: Sí, bueno, hace un momento se ha mareado bastante porque le han sacado sangre, pero ahora está mejor.

Médico: ¿Y cómo lo han hecho?

Juan: Mmm… con jeringuilla.

[Silencio incómodo]

Médico: Si, bueno, ya, pero es que nosotros también te tenemos que sacar sangre…

10 minutos más tarde, un cuadro de un cuartito pequeño sufría un análisis muy minucioso.


jul 26 2010

Museum of Science and Industry, vuelta a Downtown (11-12/07)

Después de pasar un buen rato arreglando las fechas de las anteriores entradas sobre USA y el contenido porque estaban mal, sigo escribiendo sobre mi viaje:

Domingo 11: por la tarde se jugaba la final de España en el Mundial de fútbol, así que Susan, la madre de los Fischer, me invitó a ir con ellos a ver el partido. Yo quizá hubiese aceptado, pero teniendo el plan alternativo de ir al Museo de Ciencia e Industria de Chicago, me parece que no me costó mucho decidirme.

A mediodía salimos Bryan y yo rumbo a Chicago, y al cabo de una hora estábamos ya en las puertas del museo.

Como edificio, era enorme. Sólo que yo eché un poco de menos un poco más de espacio para la “zona seria”, ya que las atracciones para niños ocupaban gran parte de la planta baja. Aun con todo, estaba bastante bien, con una sección de Ciencia muy lograda (había una bobina Tesla de 8 metros que se descargaba de vez en cuando con un ruido de mil demonios), y reproducciones de aviones (incluso una completamente operativa del Flyer I de los hermanos Wright) sorprendentes. También había una tabla periódica de varios metros con muestras reales de la mayoría de los elementos.

Aunque a mí lo que más me gustó fue el Mindball, un juego consistente en una mesa con dos sillas enfrentadas, y una pequeña depresión en el centro en la que había una bola. Los jugadores se sentaban, y se ponían una banda alrededor de la cabeza. Esta banda medía las ondas cerebrales, mostrándolas en una pantalla. Al relajarse, las ondas cerebrales disminuían, y la bolita era enviada al rival. El jugador que consiguiese llevar la bolita al campo contrario, ganaba. ¡Yo gané!

Eran divertidas las caras que ponían algunos al relajarse, parecían estar en el baño.

Me parece que a eso de las 16 nos fuimos, habiendo visto casi todo. Y para terminar de ver lo que nos faltaba, en el viaje de vuelta nos encontramos con este coche:

Bonito alerón, ¿no?

Lunes 12: Bryan y yo salimos por la mañana hacia Chicago, para dar una vuelta con los Fischer. Un poco antes de salir, llamó Susan diciendo que sus hijas estaban enfermas, por lo que no podrían ir, pero que irían Inés y Lucía con unos amigos de la familia. Como en otras ocasiones, nos reunimos todos en el primer vagón del tren.

Al llegar a downtown, cogimos un Watertaxi para llegar al centro rápidamente. Sorprendentemente, el trayecto sólo costaba 2$, y ofrecía unas vistas bastante buenas de toda la ciudad. Al atracar en nuestro destino, pusimos rumbo a la Hancock Tower.

En Chicago hay un rascacielos muy famoso, la torre Sears, y se puede subir a su observatorio para admirar la ciudad. Sin embargo, cuesta 16$ y las vistas no son todo lo buenas que podrían ser, ya que está justo en el centro de la aglomeración de edificios, por lo que no se ve el “cogollo” en todo su esplendor. Por este motivo, fuimos a la torre Hancock, que está algo alejada del centro rascacieril. En el piso 94 hay un observatorio, pero, de nuevo, hay que pagar 15 $ para entrar. Por suerte, en las plantas 95 y 96 hay un restaurante de lujo con muy buenas vistas, aunque teníamos el inconveniente de que para estar allí necesitábamos tener 21 años o estar acompañados de nuestros padres. Dejando el problema para luego, empezamos a hacer fotos (bastantes personas mirándonos, pero qué más da), ya que las vistas valían la pena. Al cabo de 5 minutos, una camarera se nos acercó y nos dijo amablemente que no podíamos estar allí, a lo que le contestó una de las amigas de los Fischer que “nuestros padres están en el baño”. Toma ya. Hicimos un par de fotos más, y pusimos pies en polvorosa. Al llegar a la planta 0, intentamos pasar desapercibidos por el hall, sólo por si acaso, pero se trataba de algo bastante difícil siendo que en la enorme habitación sólo estábamos nosotros 5 y los conserjes de dos metros y aspecto ligeramente inquietante. Parecía que lo estábamos consiguiendo; de hecho, algunos de nuestro grupo ya estaban en las puertas giratorias, pero de repente un conserje se levanta y me dice “¡Hey!”. Yo automáticamente me doy la vuelta y le tiendo mi mochila, pensando que la iba a examinar, pero el hombre se ríe y me dice “¡Me gusta tu camiseta!”. Llevaba una camiseta de Bender, el de Futurama…

Ya me estaba dando la vuelta para huir, jeje

Después de esta pequeña aventura, volvimos a Michigan Avenue, y, como yo me acordaba de la dirección exacta de la Lego Store, fuimos hacia allá. Allí me compré un par de desmontadores de piezas, un pequeño cubo que rellené con las piezas que quise, y una pequeña bandeja para hacer cubitos de hielo con forma de minifig:

Lástima, a veces salen decapitados...

Al cabo de un rato curioseando por la tienda, fuimos a buscar a Bryan para comer con él. Nos llevó a un sitio típico en Chicago, una bocatería en la que hacían bocadillos bastante ricos.

Tras la comida, por petición popular fuimos de shopping. Yo encontré algún recuerdo, y unas cajitas de caramelos con forma de seta y estrella de Mario Bros. Ya por la tarde, cada uno se fue por su lado, y a mí me llevaron a la estación de tren. Fin del día.