Nova
Ayer tuve que escribir para FilosofÃa cómo serÃa mi utopÃa, es decir, mi mundo ideal. Me habrÃa gustado extenderme más, y explicar más cosas (quizá una distopÃa), pero tenÃa espacio limitado. He aquà Nova:
Nova
Era domingo y, como todos los domingos, tenÃa que ir fuera de la ciudad para la sesión de apreciación. Desde la fundación de Nova se venÃa haciendo esta actividad una vez a la semana, que era obligatoria para todos los humanos del Cúmulo.
Cuando me levanté de la cama, mi asistente personal ya estaba en la puerta, esperándome con mi ropa y una taza de café modificado genéticamente. Sin duda alguna, los avances de la Genética habÃan hecho mucho por el bienestar del Cúmulo. Aunque también podÃamos ingerir pÃldoras con los nutrientes necesarios para todo un dÃa, algo muy práctico, yo preferÃa degustar la comida.
Como todas las mañanas, la prenda que me traÃa mi sirviente era la misma: una toga a la antigua usanza transparente en su totalidad, pero que, cuando se llevaba puesta, cambiaba su color y su diseño en función del tiempo, de la hora del dÃa, de mis emociones… Hoy tenÃa un agradable color verde.
Estaba cepillándome los dientes cuando se apagaron todas las luces de la casa. Vaya, llegaba algo tarde a la sesión de apreciación.
Estas sesiones nacieron como uno de los pilares fundamentales de la Tercera Era: hacia finales del S. XXII, y por tanto de la Segunda Era, la gente estaba tan acostumbrada a los adelantos tecnológicos que los llegaron a considerar parte de la Naturaleza. Para poder valorar en toda su grandeza la tecnologÃa que habÃa hecho posibles sueños como la inmortalidad, y la propia Nova, se procedió a la creación de estas sesiones: una vez cada siete dÃas se vivÃa en medio del entorno natural, sin herramienta artificial alguna, emulando a los antiguos pobladores del planeta.
Era una obligación algo molesta, pero necesaria para que no ocurriera otra catástrofe como la que marcó el fin de la Segunda Era: la Humanidad vivÃa cómodamente con unos avances jamás vistos, y todos confiaban tanto en las máquinas que, cuando ocurrió el Incidente (todavÃa no está claro si fue una explosión nuclear, un corte del suministro eléctrico o una fatal guerra), la mayorÃa de personas se vieron obligadas a depender de sà mismas, de unos instintos que apenas habÃan ejercitado.
Asà pues, gran parte de la Humanidad pereció en tan sólo unos meses, y habrÃa fenecido por completo de no hacer sido por un grupo de cientÃficos y pensadores que, temiendo alguna catástrofe, almacenaron todo el saber humano en una colonia que fundaron secretamente bajo tierra, y cuando las suecuelas del Incidente disminuyeron, volvieron a salir y repoblaron la faz de la Tierra, construyendo una sociedad en la que nadie estaba por encima de los demás: todo el trabajo manual lo realizaban los robots, que se encargaban de tareas como la agricultura, la minerÃa o la construcción (tareas a las que antes se dedicaban muchas vidas humanas, llegando incluso a la esclavitud), suprimiendo para siempre el trabajo como algo obligatorio y permitiendo a los ciudadanos dedicarse única y exclusivamente a sus aficiones: Artes, Ciencias, ArtesanÃa… pero no estando obligados por nadie a hacer nada que no desearan.
Aunque en los comienzos de la Nueva Era (Nova fue la primera ciudad en ser construida) fueron los fundadores los que dirigieron la sociedad, pronto se pasó a un sistema que garantizaba la igualdad y la distribución equitativa del poder: el Consejo. Todos los dÃas era necesario acceder a una red informática en la que todos los habitantes de la Tierra y , posteriormente, del Cúmulo, daban su opinión e ideas sobre los diversos temas que incumbÃan a toda la población. Esto se basaba, fundamentalmente, en que todo el mundo tenÃa una educación realmente sobresaliente, obtenida gracias a programas de estimulación mental.
¿La justicia? La mayorÃa de los ciudadanos jamás habÃan cometido falta alguna, pero las pocas que habÃa, normalmente debidas a malentendidos, eran resueltas justamente en el Consejo.
Nosotros, en Nova, también dependÃamos mucho de las máquinas, pero sabiamente: sabÃamos lo que podÃan hacer, y hasta dónde podÃamos llegar. Por otra parte, habÃamos logrado crear una sociedad en la que no habÃa guerras, pues todo el mundo tenÃa lo que querÃa sólo con desearlo. Además, problemas como la muerte ya estaban totalmente erradicados: tales eran nuestros avances que la única preocupación, lo único que no tenÃamos controlado, era el hecho de que quizá existiesen otras civilizaciones más allá de los planetas del Cúmulo… Pero eso ya es otra historia.
noviembre 14th, 2010 at 10:58
Muy interesante, casi casi un mundo idÃlico del que también me gustarÃa formar parte.
Por cierto, la segunda ciudad era Neox y la tercera Nitro, no?
noviembre 22nd, 2010 at 14:50
SÃ, y los enemigos alienÃgenas, Telecinco