X Salón del Cómic de Zaragoza

Hace ya dos meses que la sala multiusos del Auditorio de Zaragoza acogió el evento friki de mi ciudad por excelencia: el Salón del Cómic, que este año celebraba su décima edición.

Como ya os estuve comentando, para este Salón llevaba idea de disfrazarme de Sauron, el malo maloso de El Señor de los Anillos. Esta vez, a diferencia del año pasado, empecé el cosplay mucho antes, en verano, para así poder tenerlo acabado para diciembre, al igual que dos amigos que también planeaban ir de personajes (malvados, por supuesto) de Tolkien: el Rey Brujo de Angmar y Balrog, la criatura a la que Gandalf se enfrenta en el puente de Khazad-dûm. Por desgracia, éste último finalmente no pudo venir, ya que optó por ir al viaje de estudios del colegio.

Finalmente, llegó el día: viernes 16, jornada completa donde las haya, pues el mismo día Ernesto (Rey Brujo) y yo teníamos la prueba de la Olimpiada Matemática, cuya segunda parte terminaba a las 19:30. Como os comenté, salí del examen, tomé un ibuprofeno y fui al Auditorio (sin cosplay, claro) para qué ambiente había. Recuerdo haber visto a varios amigos y conocidos allí, pero al escribir esta crónica después de haber pasado tanto tiempo hay algunos detalles que he olvidado. Tras darme una vuelta por los stands regresé a casa a dar los últimos retoques a mi disfraz, ya que al día siguiente tenía que lucir los varios kilos de cartón, papel de periódico y cola blanca que lo conformaban.

Ernesto, Elena, servidor, Luis y Leti. Alta concentración de midiclorianos!

Sábado, 9.00. Me desperté temprano para ponerme por primera vez la armadura completa. Sin lugar a dudas, fue todo un acierto: no me esperaba que necesitara hora y media y otro para de manos para poder sujetar todas las piezas. Sólo las rodilleras (probablemente, la parte menos elaborada del disfraz) me supusieron 20 minutos de pelea con los imperdibles.

A las 11:30 salí de casa con Ernesto, quien no se había puesto todavía su disfraz. A fin de cuentas, yo no tenía pensado llevarlo en ese momento; fue, por así decirlo, un simulacro para ver cómo se portaba el traje en movimiento.

Una vez hubimos entrado en el Salón comenzamos, para mi vergüenza, a atraer los flashes de las cámaras. Tampoco es que me importara mucho: ya sabía que aquello iba a pasar, y llevar el casco puesto lo hacía bastante soportable. Pero, además de los paparazzis, también comencé a encontrarme con varios amigos.

Tras el simulacro y vuelta de reconocimiento volví a casa para poder cambiarme y estar presentable para la comida, una de las mejores cosas que hice durante ese loco fin de semana. No era para menos: se celebraba la primera quedada de FrikisZaragoza, un grupo cuyo nombre es bastante autoexplicativo. Creo.

Durante un par de horas estuvimos comiendo y charlando, y a pesar de no conocernos la mayoría (al menos, físicamente) el tiempo se nos pasó volando. Podría extenderme durante un buen rato sobre este tema, pero creo que la crónica que hizo @KilFer es mucho más exacta, además de estar escrita en su peculiar estilo. El mérito del diseño del blog es de @geekandela, quien hizo incluso un banner para publicitar la quedada.

Callados parecíamos normales y todo!

Lo cierto es que lo pasé realmente bien: buena comida, gente interesante… y lo mejor, ¡todos frikis! Y si pensáis que no podía ser tan exagerado, sólo os diré que entramos al restaurante con una chica disfrazada de oso y la marcha imperial sonando de fondo.

Tras la comida, volví a casa para ponerme de nuevo el cosplay, ya que a las 18:00 Ernesto y yo teníamos que hacer aquello que llevábamos preparando tanto tiempo: la actuación (en realidad miento; 4 días antes aún no sabíamos qué hacer). Sobre las 16:30-17:00 volvimos al Auditorio provocando el cambio de acera (sentido literal) de muchos peatones que, al parecer, no querían caminar junto a dos pacíficos habitantes de la Tierra Media. Tuvimos suerte: a pesar de la kilométrica fila que había, todos los de FrikisZaragoza estaban a punto de entrar y nos colaron. Nadie se atrevió a protestar.

En cuanto entramos, se produjo desbandada general: cada friki se fue por su lado, y sólo quedamos juntos 6 ó 7. Durante un rato anduvimos encontrándonos con gente y curioseando por los diversos stand, haciendo tiempo hasta que empezara el espectáculo.

Ya el año anterior me tocó subir a aquel escenario, también con Ernesto. Por desgracia, por aquel entonces no sabíamos que había que preparar una actuación, así que improvisamos un pequeño diálogo. Pero esta vez íbamos preparados, y la espera con los demás participantes no se nos hizo muy larga.

“Actuaron” (si es que se puede emplear esa palabra en todos los casos) varios amigos, aunque tal vez lo que más me gustó fue la coreografía de Happy Synthesizer, de Paula con cosplay de Hatsune Miku. Y, bueno, llegó el momento: el presentador, un hombre disfrazado de Hernández o de Fernández (sigo sin tenerlo muy claro) nos llamó al escenario.

Si os soy sincero, apenas estaba nervioso: el respeto que impone una multitud como la que teníamos delante (200-300 personas, tal vez) aniquiló todo miedo que pudiese tener. Y es que, como dice Terry Pratchett en una de sus novelas, “tenía un plan. Y un hombre con un plan, por malo que éste sea, siempre es peligroso, pues no duda al actuar”. Efectivamente, el hecho de saber perfectamente qué debíamos hacer en cada momento nos permitió llevar el asunto con bastante dignidad. Lo cual no quita que cometiésemos varios errores, o se me olvidara en ocasiones cómo seguía la letra. Pero bueno, lo hicimos, y mucho mejor de lo previsto a juzgar por la recepción del público. En serio, jamás imaginé que una multitud aplaudiendo pudiese impresionar tanto. En fin, voy al grano: con todos ustedes, Sauron y el Rey Brujo interpretando ¡Camino Moria!

Probablemente, una de esas cosas que hay que hacer al menos una vez en la vida. Por cierto, el vídeo lo grabó Laura (@XxGoldenSoulxX)!

Por otro lado, había cosplays realmente llamativos: desde los clásicos Jedi y stormtrooper hasta un grupo disfrazado de personajes del Team Fortress, pasando por un peculiar orco de Warhammer cuya armadura me impresionó por tener la mayor concentración de cinta americana que he visto en la vida.

Probablemente, una de mis fotos favoritas de todo el finde.

Al día siguiente volví a ponerme el traje, ya que mis primos querían verme en acción. Por suerte, no había mucho que hacer y regresamos a casa pronto. Por la tarde, ya vestido de calle, aproveché para comprar algún que otro cómic (Arrugas, de Paco Roca, altamente recomendable) y la camiseta friki de rigor (en esta ocasión, una muy chula con el juego de piedra-papel-tijeras-lagarto-spock). También encontré un puerro de Miku de peluche a un precio decente, algo que llevaba buscando desde hacía un año.

Conforme fue avanzando la tarde la sensación depresiva característica del domingo fue adueñándose de todos nosotros, hasta que llegó la hora de partir, ya con ganas de que llegase el próximo Salón.

Ahora está guardado en una caja, esperando diciembre....

Tras escribir esta crónica me doy cuenta de que, efectivamente, el haberla postergado tanto ha hecho que haya olvidado muchos detalles, así que si me he dejado algo tened en cuenta que fueron tres días muy intensos. De todos modos, todavía me queda algo de hueco, así que os diré que me sorprendió el gran número de tuiteros que había, muchos de los cuales me reconocieron (diré a mi favor que con el casco puesto se me veía desde una distancia considerable). Por todos lados había gente a la que seguía, o de la que había oído hablar. Me parece que jamás había desvirtualizado tanto en tan poco tiempo. En cualquier caso, este Salón pasa a ser, sin lugar a dudas, el mejor en el que he estado nunca, tanto por lo bien que me lo pasé como por la gente que conocí. Amigos con los que parece que lleve toda la vida.

Y así, lectores que hayáis aguantado hasta aquí, acaba el relato de mis trepidantes aventuras durante el X Salón del Cómic de Zaragoza. Así sucedió, y así os lo cuento.


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