Este verano, cuando nos íbamos al chalet con mis primos, trabajábamos en Pulzar. Pulzar fue una idea de mi prima y mi hermano, cuando yo estaba en Irlanda. Se dedicaban a hacer pulseras (de ahí su nombre, PULseras ZARagoza) y a venderlas a la familia. También hicieron algo de teatro, me parece, y mientras yo estaba learning english, ganaron 7 €. Las pulseras que hacían eran una especie de trenzas que se hacen con cuatro tubitos de plástico:Son majas, pero cuesta muchísimo tiempo hacerlas. En cuanto volví, me puse a ayudarles yo también. Entonces vimos que no teníamos apenas clientela (como mucho puedes vender una por persona en la familia), así que se me ocurrió que sería mejor vender en la calle. Casi fue en broma, pero mi hermano preguntó si podíaos, y nos dejaron. Con un precio inicial de 1 €, comenzamos a vender bajo un árbol en un parque las pocas que teníamos hechas. Íbamos con una bolsa en la que teníamos tijeras, tubitos, una caja con dinero, algunos caramelos y, aparte, una mesita de plástico y un cartel en el que ponía “Pulseras 1€”.
Al cabo de un día o dos, apenas nos quedaban tubitos, por lo que fuimos a un chino a comprar. Encontramos abalorios y nylon (o algo que se le parece), y cogimos 1 cajita. Este tipo de pulseras es mucho más fácil de hacer que las otras, y se acaban en 5 veces menos tiempo, aparte de poder hacer diseños diferentes. Éstas las vendíamos a 0’50€, y tuvimos que bajar las otras al mismo precio, ya que nadie las compraba.
A medida que pasaba agosto, fuimos ampliando el surtido de pulseras, ganando más dinero (que usaremos para ir a la bolera algún día), comprando diferentes abalorios, haciendo carteles más grandes, pasando más rato en el parque… Yo calculo que hemos vendido unas 100 pulseras, puede que más; es muy difícil hacer cuentas cuando no tienes un ritmo fijo de trabajo. Había noches en las que llegamos a hacer 20 pulseras, aunque siempre estábamos trabajando mientras vendíamos.
En el parque en el que estábamos no pasa mucha gente, ya que la zona es relativamente nueva en cuanto edificios, por lo que, mientras mi prima y yo hacíamos pulseras, mi hermano enseñaba el cartel a las personas y a los coches. Hubo gente que compró una (lo más común), dos, o incluso ocho.
Cuando ya teníamos tanto dinero que la caja pesaba, decidimos dejar unas cuantas monedas en casa, para no tener que llevar tanto y por seguridad. Cuando dejamos de vender (se acerca el cole; mañana empiezo yo), teníamos bastante dinero, lo sufiente como para ir a la bolera y más:
¡67’89 €!
Aún tenemos que gastarlo, pero el dinero ahí está. Y, sobre todo, ha sido un buen modo de pasar el verano…