6º puesto en la Olimpiada Matemática (fase regional)
Como ya os comenté hace unas semanas, resulté seleccionado entre los ocho primeros de la fase aragonesa de la XLVIII Olimpiada Matemática Española. El pasado viernes 13 acudí con pompa y boato a la entrega de premios (el sitio lo merecía: el Patio de la Infanta, en la sede de Ibercaja. Por si no lo conocíais, tiene una historia muy interesante) dispuesto a pasar el ya clásico momento de nervios. En la sala estaban varios conocidos, la mayoría del TTM: profesores, alumnos, amigos…
Una vez estuvimos todos, las autoridades de rigor dieron sus respectivos discursos. Como siempre, cada uno barría hacia su casa: más tarde, durante el aperitivo, me propusieron un par de responsables de la Universidad que hiciera Matemáticas o Física. Lo dicho, cuando todos los de traje hubieron hablado comenzó la parte interesante. La parte en la que se aceleró el pulso de 8 de los asistentes. Como ocurre en todas las entregas de premios, se va nombrando por orden de puntuación ascendente. En ese momento todos estábamos pendientes de las palabras de quien anunciaba los ganadores. Y, como siempre, estaba latente esa tensión por ver a quién nombraban el primero, ya que los siguientes son siempre mucho más fluidos; se podría decir que “salen solos”.
Pues bien, no me nombraron primero. Ni segundo, pero sí tercero: un honroso 6º puesto en la que será mi última Olimpiada Matemática, al menos a este nivel. He de admitir que al principio el resultado me decepcionó un poco, ya que tan sólo los tres primeros pasan a la fase nacional, y ésta se trataba de mi última oportunidad. Sin embargo, tras conocer las puntuaciones de los que representarán a Aragón en marzo no puedo sino admitir que ellos realmente lo merecían: al fin y al cabo, el 1º casi me duplicaba la puntuación. También era curioso que hasta el 4º puesto tuviésemos puntuaciones que no pasaban de los 22 puntos sobre 42, y ya el 3º tuviese 31 puntos. La brecha ha sido bastante considerable este año.
En cualquier caso, por muchas estadísticas y puntuaciones que pudiese analizar para intentar autoconsolorme, nada templó mejor los ánimos que el vino español que nos ofreció Ibercaja tras la ceremonia, y es que, al igual que el año pasado, salimos prácticamente comidos. Como yo ya repetía (el año pasado también fui seleccionado) estuve al tanto de los postres, y de nuevo logré acaparar gran parte de unos montaditos de chocolate y nata que hacen francamente bien.
También tengo que nombrar a Alberto Larrauri, que aun siendo de 4º de la ESO quedó 4º. Un logro realmente impresionante, teniendo en cuenta que la competición está orientada a alumnos de Bachillerato, y algunos de los problemas precisan de Matemáticas que se dan en 2º. Desde aquí, le doy mi enhorabuena