Serie: ¡Participad!
En la serie
Si el año pasado yo no me podía creer que dos tercios de la clase hubiese suspendido el examen de Evaluación de Matemáticas, lo de ahora no tiene nombre: somos 30. Han suspendido 25. Cinco han aprobado. Un sexto de la clase. La media ya está por debajo del aprobado.
Bueno, si ellos son felices…
Por cierto, yo he sido uno de los que han aprobado, y he tenido la segunda nota más alta (8, frente al 8’5 del ganador). Lástima el haber perdido 0’25 por “chapucero” en un ejercicio…
En casa de mis yayos hay un equipo de música que tiene más de 20 años. Se compone de un tocadiscos, una radio, un reproductor de cassetes y un ecualizador. Un día se estropeó la pal poco tiempo dejó de funcionar.
Ahora hay encima de él (porque es un mueble de unos 120 cm. de altura) un equipo más pequeño, de los que tiene para CD y un cassete.
He estado investigando, viendo qué hacía cada aparato, para qué eran los botones (hay montones para regularlo todo), he conectado los cables del equipo nuevo al viejo, y me he puesto a probar las cintas. Funcionaban. Luego el ecualizador, que también se podía utilizar sin problemas. La radio también, pero el tocadiscos no iba, aunque pusiese un disco y la aguja encima. Así que he hecho girar rápido (con los dedos) el vinilo, y al poco he notado una resistencia. Resulta que volvía a funcionar, aunque con ruidos de fondo. Aun con todo, el sonido era decente (no llegaba ni a mp3 de 16Kbps, pero algo es algo).
Así que lo he desmontado todo y lo he dejado como estaba.
Un regalo de Reyes que se retrasó un poco fue este:
¿Extraño? Es una taza normal y corriente (bueno, es más termo que taza). Tiene la particularidad de que posee una conexión en la parte de detrás, en la que se enchufa en cable, que acaba en una entrada USB. Si se conecta al ordenador, casi instantáneamente comienza a calentar la bebida que hay en el interior. Y se nota. Ayer me estuve tomando un Rooibos-hibisco-frambuesa-rosa (una infusión que está bastante buena) y, cuando se me quedó fría, la puse en el ordenador. En 30 segundos, caliente de nuevo.
Además, viene con un adaptador USB-Mechero de coche, para poder utilizarlo cuando se va como copiloto (es muuuuy peligroso beber conduciendo).
Bastante curioso… Aparece en el libro que me estoy leyendo, “Biografía de la física”:
Cuando Hierón II llegó al poder, decidió donar una corona de oro a un templo en agradecimiento por los hechos venturosos; ordenó fabricarla a un orífice y le entregó el material necesario. El maestro cumplió el encargo para el día fijado. El rey estuvo muy satisfecho: la obra pesaba justamente lo mismo que el material que había sido entregado al orfebre. Pero poco tiempo después el soberano se enteró de que este último había robado cierta parte del oro sustituyéndolo con plata. Hierón montó en cólera y pidió a Arquímedes que inventara algún método para descubrir el engaño.
Pensando en este problema, el sabio fue a las termas y, una vez en la bañera, vio que se desbordó cierta cantidad de agua. Al descubrir de esa manera la causa del fenómeno, se lanzó a la calle, rebosante de alegría y en cueros, y corrió hasta su casa exclamando en alta voz: ‘¡Eureka!, ¡eureka!’.
Cuando llegó a su casa, Arquímedes tomo dos pedazos de oro y plata del mismo peso que la corona, uno de oro y otro de plata, llenó con agua un recipiente hasta los bordes y colocó en él el lingote de plata. Acto seguido lo sacó y echó en el recipiente la misma cantidad de agua que se desbordó, midiéndola previamente, hasta llenarlo. De esta manera determinó el peso del trozo de plata que correspondía a cierto volumen de agua. A continuación realizó la misma operación con el trozo de oro y, volviendo a añadir la cantidad de agua desbordada, concluyó que esta vez se derramó menos líquido en una cantidad equivalente a la diferencia de los volúmenes de los trozos de oro y plata de pesos iguales.
Después volvió a llenar el recipiente, colocó en él la corona y se dio cuenta de que se derramó una mayor cantidad de agua que al colocar el lingote de oro; partiendo de este exceso de líquido Arquímedes calculó el contenido de impurezas de plata, descubriendo de esa manera el engaño.
Vitrubio, S. I a.C.