Irregular: sólo así se puede definir el resumen de mi viaje a Irlanda.
Si no has leído las anteriores, ¿a qué esperas?
Día 18: como era Sábado, nos fuimos todos los españoles (y franceses) de Wicklow a Dublín. Una de las ventajas de Wicklow frente a Gorey es que está mucho más cerca de Dublín, así que no me tuve que levantar especialmente pronto para ir a coger el autobús.Lo primero que hicimos nada más llegar fue ir a Dublinia, un museo sobre los vikingos alojado en el antiguo palacio Episcopal (que estaba unido a la catedral por medio de un puente).
A mí me pareció bastante interesante, pero la mayoría del grupo no opinaba igual, así que, a pesar de poder haber pasado allí horas, lo vimos en 45 minutos escasos.
Está muy bien ambientado: hay un montón de figuras de cera que explican desde cómo vivían hasta la manera en que hacían sus necesidades. Me llamó la atención este cartel, que, evidentemente, es un Oopart. ¿Cómo podrán haber tenido esa visión de futuro a la hora de elegir sus apellidos? Otro misterio sin resolver:
Al terminar la visita, fuimos a la Christ Church Cathedral. No me gustó demasiado, tenía una tienda que ocupaba una buena parte de la nave izquierda y la mitad del transepto. Además, lo que vendían eran estupideces: joyas de supuesta plata, mapas de Irlanda, e incluso pares de “Calcetines Sagrados” (tengo tres fotos, pero a cual más borrosa. Puede que consiga sacar algo más tarde). Además, los arcos de la nave central estaban cubiertos de enormes pinturas de arte abstracto, como si quisieran separar la iglesia en partes. Me parece que se cargaron el interior, porque por fuera no era tan fea.
Poco a poco comencé a darme cuenta de que no entendía bien a la gente hablar inglés, si no que eran españoles hablando español. Más tarde, por el centro, me fijé en que había tiendas en las que sólo había españoles. Las calles estaban llenas de españoles. Supongo que tendrá algo que ver Ryanair y que la mayoría de los irlandeses estuviesen en Mallorca, porque era bastante curioso oír en el McDonalds un montón de improperios españoles. Los pocos lugareños que había miraban casi asustados. Estos españoles…
Después nos fuimos caminando al Trinity College, la famosa Universidad. Entraban ganas de aprender sólo de estar allí. No estuvimos mucho tiempo, ya que empezó a llover torrencialmente. Además, no pudimos entrar dentro porque estaba todo cerrado. Lo mío es mala suerte: el año pasado no pudimos entrar porque estaba Sarkozy en Dublín, así que cerraron muchos edificios emblemáticos. Entre ellos, la Universidad. Así que me quedo con ganas de ver la impresionante Biblioteca.
Aprovechando que estábamos allí, comimos bajo el templete de la foto. Amainó al poco, así que pudimos salir a gastar dinero en nuestro Shopping TIme. Yo sólo compré recuerdos, ya que me había comprado ya bastantes cosas en DunDrum.
En el centro de la ciudad, en O’Connell Street, se alza el imponente Spire, una estructura de 120 metros de alto. ¿Qué es? Un simple pincho:
Luego hubo gente que me dijo que “no lo había visto”. Claro, es tan pequeño… Eso sí, puedes estar al lado y no darte cuenta, ya que es bastante delgado.
Un poco más tarde fuimos a buscar a Fergus (mi profesor), para guiar al que quisiera al Temple Bar, el famoso barrio. Se llama así por un bar, el (curiosamente) Temple Bar:
No hubo tiempo para mucho: el autobús salía a las cuatro. Llegamos pronto a Wicklow, así que cené y me fui a la playa. Sin embargo, me volví pronto, ya que estaba cansado y había dos irlandeses con muchas latas de sidra en sus estómagos. Daba un poco de pena: lo único que sabían decir en español eran tacos.
Día 19: me desperté tarde, y como no tenía nada que hacer, me puse a leer Watchmen. AL poco, me fui a jugar a la Wii a casa de los vecinos, ya que los críos de la casa tenían el Mario Kart siempre a punto. Comimos tarde, a las 15:10 (¡horario español!). Después, leí un par de capítulos más (da para rato: el inglés americano de cómic es… interesante) y me fui con los españoles (pero hablábamos en inglés). Al final, acabamos con los franceses, ya que era su última tarde en Wicklow (llegaron antes, se fueron antes). Volví a casa a las 22:00, y me estuve un poco más fuera con mis vecinos españoles y mi vecina francesa. Cuando nuestras respectivas host-mothers nos llamaron, yo me fui a mi cuarto a ordenar la maleta, ya que tras dos semanas estaba hecha un desastre (también ayudaba el que no planchasen la ropa). Para hacerlo más fácil, puse los recuerdos en el alféizar:
Nótese la cantidad de trastos inútiles. Y los 5 gadgets USB que salen partidos por la foto.
Creo que puedo terminarlo en dos entradas más…