El viernes fuimos unos cuantos a Barcelona por una excursión del colegio. Algunos fueron por temas de Arte y otros fuimos por Informática (Bachillerato y unos pocos de 4º de ESO).
Lo primero que hicimos fue ir a una iglesia. ¿Iglesia? ¿Pero no era algo relacionado con la Informática?
Sí, fuimos a ver el MareNostrum, el superordenador más potente de España, emplazado en una antigua capilla de la Universidad Politécnica de Cataluña.
Este ordenador surgió a raíz de la idea de IBM de crear un superordenador utilizando tecnología estándar. El MareNostrum está compuesto por algo más de 2500 placas, almacenadas en 33 armarios refrigerados, que constan de dos procesadores a 2.2 GHz (hoy en día, un ordenador de sobremesa normal está entre los 2.6-2.8 GHz), un disco duro de 40 Gb que funciona como RAM, y algunas cosillas más.
La idea inicial era actualizar el hardware cada dos años para que el MareNostrum pudiese estar siempre entre los mejores del mundo. Cuando fue construido, en 2005, estaba en el Top500, y a finales del 2006, tras su mejora, llegó a ser el quinto del mundo. Sin embargo, cuando fueron a pedir dinero para actualizarlo en 2008, les dijeron que no: la crisis. Por suerte, hay un acuerdo entre Alemania, España, Inglaterra y algún otro país para invertir cada año dinero entre todos en un país, para que se construya un superordenador Top5 que pueda ser utilizado por todos los países dentro del acuerdo. Así, siempre habrá en Europa un ordenador muy potente disponible.
Normalmente, las supercomputadoras emplean electrónica punta, que tiene sus ventajas, pero también sus contras. La principal es el precio: hay que invertir mucho en investigación, mientras que en el MareNostrum se emplearon componentes ya inventados y asequibles.
Pero utilizar tecnología estándar también tiene sus problemas: el tamaño y el consumo. No es lo mismo tener un procesador muy potente con un consumo X, que 10 procesadores normales con un consumo 10X.
La visita estuvo muy interesante; acongojaba un poco tener un enorme cubo de cristal y acero lleno de procesadores y kilómetros y kilómetros de cable protegidos por un sistema de seguridad digno de una película de ciencia ficción junto a los capiteles de piedra y las vidrieras de colores de la capilla.
Después fuimos al Centro Nacional de Microelectrónica, pero fue una visita mucho más técnica, y lo que nos contaron se puede consultar fácilmente por Internet: creación de circuitos CMOS en obleas de silicio.