Una idea un tanto peculiar que se me ocurrió ayer:
Si tuviésemos una máquina que permitiese “congelar”, parando por completo el movimiento de un grupo de átomos (pongamos un botijo de ununoctio, para hacerlo denso) repentinamente, en ausencia de movimiento, ¿qué ocurriría? No estoy hablando de una paralización del tipo “sujetamos la cosa con una cuerda”, sino de quedarse quieto completamente.
Es decir, fijarlo en un punto xyz concreto.
Si yo voy por la calle tranquilamente y para a atarme los cordones, me mantengo fijo sobre el suelo. Es algo completamente lógico. Entonces, si hay una persona (por ejemplo, en Estados Unidos) que también se para, la distancia entre nosotros será la misma mientras ambos sigamos parados (omito el movimiento de las placas tectónicas). Bien. Pero la diferencia con el experimento mental de antes es que yo me desplazo, trazando una elipse a la nada despreciable velocidad de 30’289 kilómetros por segundo. Es decir, que si considerásemos un punto fijo del universo como “Centro” (en mayúsculas, que queda mejor), me estaría moviendo respecto a él. También parece lógico, ¿no?
Ahora bien: ¿qué son 30 kilómetros por segundo? Casi nada.
Evidentemente, estamos sometidos a más fuerzas que la simple rotación alrededor del Sol. El Big Bang nos lanzó a todo (qué raro suena) hacia todos los lados. Y aún seguimos sintiendo los efectos de esa explosión. Resumiendo, que nos movemos a una velocidad bastante grande, alejándonos de ese “Centro”.
Bueno, ¿alguien sabe a qué velocidad se desplaza la Vía Láctea? Según el último estudio, a unos más que respetables 965.000 km/hora. Si queréis comparar, son 16.083’3 km/s (Me estoy empezando a marear).
Comparada con la velocidad de rotación de nuestro planeta, sería como un granito de azúcar junto a un
adoquín (recomiendo mirar el enlace a los no mañicos).
Ahora, volvamos a recordar a nuestro botijo. Está colocado en la máquina que lo hará pararse. Pongamos que, para mayor seguridad, el experimento se hace en un sótano. Conociendo a los científicos (véase LHC), seguro que será en una fosa muuuuy profunda. Bueno, esto no es necesario, pero queda bien para la narración
Todo el mundo mirando un botijo colocado en una plataforma. Un montón de aparatos que se pondrán en marcha al apretar un botón (rojo, preferiblemente. Redondo, grande y con protección, de esas de levantar la cajita de plástico. Y, para poder pulsarlo, hay que girar dos llaves separadas por varios kilómetros al mismo tiempo).
Llega el momento. Un hombre (preferiblemente con bata blanca y gafas casi-de-buceo ridículas) levanta la protección de plástico. Introduce la llave. Mientras, otro tipo hace lo mismo. Ambos giran la llave. Suena el Carmina Burana.
Pulsan el botón.
¡Adiós planeta! O, por lo menos, una porción amplia de él. Y eso que sólo era un botijo (vale, extremadamente pesado, pero es que quedaba bien).
Un Colt del 45 lanza la bala a 243 m/s. Y hacía volar cosas. Ahora, imaginad algo del tamaño de u botijo (que creo que es un poco más grande que una bala) a una velocidad 70.000 veces mayor que la de la bala del Colt.
Ahora, supongamos que el botijo está en el punto más alejado de la Tierra respecto la fuerza que nos arrastra, junto con toda la Vía Láctea.
Una masa que trazaría un túnel perfecto, de 12.750 km de longitud (diámetro de nuestro planeta). Menos mal que sólo es un botijo, ¿eh?
Aunque, pensándolo bien, la culpa no sería del botijo. Él no habría hecho nada. La culpa sería nuestra, por lanzarnos contra él.