Veamos: ya estoy en casa, hoy he pasado el día en el chalet, he sufrido el calor español, y me he preparado para la vuelta al sedentarismo. Y ahora me toca intentar salvar al blog, que empieza a marchitarse.
Día 5: A las 9:30 mi padre y yo salimos de casa para coger el AVE a Madrid. Una vez allí, entramos en los laberintos del metro y llegamos a la T4 con casi una hora de antelación. Poco a poco, nos fuimos juntando todos los del grupo (concretamente, todos los de Newlink, la empresa con la que viajé. Estábamos los de Wicklow, los de Gorey, los de Wexford y los de Bray). Después de facturar, y como había 3G, pude poner una entrada mientras esperaba. Al cabo de un rato, ya estábamos dentro. Hubo que esperar bastante, ya que el avión había tenido un problema, por lo que llegamos tarde a Dublín. Allí cogimos un autobús, que también llegó tarde por culpa de la lluvia.
A eso de las 18:30, paramos en Wicklow. Me estaban esperando Eileen (la madre) y Paul (el hijo de 12 años). Me dieron la impresión de ser buena gente, y no me equivocaba. La casa era un poco pequeña, pero se podía vivir en ella. La vistas eran buenas: se veía toda la bahía de la ciudad y las montañas circundantes al mismo tiempo.
Eso sí, la playa que hay es de piedras.
Además, me enteré del estado de la familia: eran 4 hijos, pero sólo dos (Ross, de 17 años, y Paul) estaban con la madre. Los otros dos vivían con su padre (y, prácticamente, no les vi). Ross era la oveja negra de la familia: asocial, encerrado en su cuarto, fumador… La conversación más larga que tuve con él fue un “Hi, Where’s Eileen?”- “I don’t know”.
Además, había tres gatos: la madre y dos crías de 8 semanas. La verdad es que eran muy majos.
Cuando me terminé de asentar, Eileen me dijo que me fuese con dos españoles que estaban en la misma urbanización y una francesa para ver el pueblo. Al volver, me tomé el bocadillo de tortilla que me había llevado, y me fui a dormir.
Día 6: El desayuno era normal: leche con cereales.
El programa que elegí incorpora clases de grupos reducidos con un profesor, así que me llevaron a las 10 a la casa del profesor (las clases eran allí). Allí conocí a los demás de la clase (uno de los cuales era mi vecino) y al profesor, Fergus, un chico de 28 años. En realidad, estábamos en la casa de sus padres, una mansión de 3 plantas, con clínica dental incluida. Aunque nosotros sólo utilizábamos el salón (con dos chimeneas). Hicimos algunos ejercicios para conocernos mejor, y a la una tomamos el
lunch. Tuve suerte, me pusieron un par de sándwiches de jamón serrano del que les había llevado, aunque perdía con la mantequilla. Y, cómo no, bolsa de patatas fritas y barritas de chocolate. Irlanda.
Por la tarde, nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo. En el muelle había algunos irlandeses bañándose vestidos (y no precisamente con trajes de neopreno: camiseta, pantalones y zapatillas). Como empezó a llover (casi todos los días llovió. Es parte de la cultura), nos fuimos a la oficina de Turismo, donde nos dieron mapas e información sobre Wicklow.
A las 16:30 fui a casa, y a las ocho salí con los españoles a un parque que había cerca de la bahía. Ahí es donde siempre estábamos por las tardes: en la playa o junto al Black Castle, las ruinas de un antiguo castillo. Antes de las 22:00, la hora límite, llegué a casa.
Día 7: en clase vimos
un vídeo acerca del hurling, un deporte celta ligeramente parecido al floorball. Es el más rápido, a excepción del hockey sobre hielo. Consiste en llevar una pelota con un palo (hurley) para meter gol en una portería o entre dos palos.
Por la tarde fuimos al cine a ver “Transformers: Revenge of the Fallen”, donde me enfrenté con el inglés americano. Me resulta imposible. Por lo menos, no tenía mucho argumento.
Por la tarde quedé con Tomás, y nos fuimos a ver una iglesia. Después, en casa, intenté seguir el Gran Hermano, pero me pareció bastante lamentable, así que me fui a leer (en español, he de reconocerlo).
Comida: en Irlanda se desayuna como en España: cereales, leche o tostadas. La comida es a eso de las 12:30-13:00, y consiste únicamente en uno o dos sándwiches, una bolsa de patatas (crisps), una pieza de fruta y alguna chocolatina.
La cena oscila entre 17:00 y 18:30. Esta es la comida fuerte del día, algo bastante extraño para el cuerpo durante los primeros días. Siempre hay patatas. Nunca faltan: ya sea en forma de puré (mashed potatoes), fritas (french fries) o baked potatoes, siempre aparecen. También hay algo de carne, a veces dentro de empanadas (yo entendí algo así como pastry. Sin embargo, eso es repostería en general). El pescado, a pesar de que Irlanda es una isla, es muy caro, por lo que poca gente toma. Yo, sin ir más lejos, sólo un día cené fish and chips.
También hay Baked Beans, de las de Mr. Bean. Y varias veces me pusieron guisantes, pero mucho más grandes que los de España.
En mi casa no tomaban mucha fruta (como mucho, plátano), así que no puedo opinar sobre ello.
En cuanto a los dulces… hay barritas de todo tipo: chocolate, caramelo, naranja, frutas, muesli… en cualquier tienda hay un mostrador repleto de más de 30 tipos de chocolatinas.
Y no se puede olvidar al blackcurrant, o zumo de grosella negra. Me gusta tanto que este año me he traído 4 litros.
Paseando por el pueblo, me encontré una curiosa tienda en la que vendían placas funerarias y papel higiénico. Sí, sólo eso. Los angelotes encima de rollos de olor a melocotón.
El caso es que me llamó la atención este producto en concreto:
Sí, lo que parece. Placas con textos prediseñados, y pegatina de “Please insert picture here”. Y tampoco desmerece el “MUM+DAD”. En fin, por lo menos sólo estaban a 7 €
Bueno, son ya las 3:30. Creo que debería irme a dormir. Mañana más.