jul 4 2009

¡Adiós!

Mañana salimos mi padre y yo a eso de las 10 de la mañana de aquí en tren. Llegaremos a Madrid a las 11:30, y de allí iremos en metro a Barajas, donde tendremos una larga hora de conexión a Internet (esperemos que lo del módem funcione). A la una comenzaré a reunirme con los demás de Newlink, y empezaremos a facturar. Una vez dentro de la terminal, tendré un buen rato de espera, ya que el avión sale a las cuatro de la tarde. Si todo va bien (el año pasado salió con una hora de retraso), a las 17:30 (hora local) llegaremos a Dublín, donde cogeremos un autobús que nos llevará a Wicklow. Y allí, conoceré a mi familia irlandesa.

Tenemos el equipaje hecho, ya sólo falta meter todo en la maleta. Y, que yo sepa, no me dejo nada. Esperemos.

Por cierto, vuelvo el día 25 de Julio, y, a no ser que en mi irish home haya Internet, el único día que me conectaré será el 15 (a no ser que vea un cibercafé que no sea un timo, claro está. Aunque me temo que será difícil).

See you!


jul 3 2009

¡Camisetas!

Llevaba ya un tiempo queriendo tener un par de camisetas concretas, así que convencí mi padre y a mi hermano de que también querían una, y nos fuimos al Decathlon a surtirnos. Compramos camisetas de colores planos, para así llevarlas a una tienda para que pongan el dibujo (en bonito formato vectorial). De modo que hoy he las he llevado, y a las 12:30 ya estaban hechas, recién sacadas del horno. Pondría fotos reales, pero la verdad es que una cámara está en paradero desconocido, y la otra no se carga…

Hay que predicar la palabra del Panda Rojo. Dad ejemplo.

Y en cuanto a esta… Siempre me ha gustado mucho. Así que una para mí.


jul 2 2009

¡Adiós, aparato!

El 24 de Agosto me lo quitan. No más dolor. No más dientes en segunda fila. No más suciedad acumulada.


jun 28 2009

De boda

Ayer mi prima segunda (su hermana) se casaba, así que nos arreglamos, cogimos a mis yayos y nos fuimos a la iglesia de Santa Isabel (vulgo San Cayetano). Después de saludar a muchas personas cuyo parentesco ignoraba (y, en muchos casos, sigo ignorando), llegaron mis tíos y mi primo. Como mi hermano no estaba (¿No lo había contado todavía? Pues vuelve hoy, por la tarde, después de 5 días sin saber nada de él), me tocó hacer de primo único. Bueno, pues entre fotos y besos, llegó la hora de la ceremonia. Una vez que estuvieron los novios sentados, llegó el cura. Como dijo mi madre, “la alegría del huerto”. Según mi tía, padecía de Parkinson (bradicinesia). Por suerte, no duró mucho (la boda, no el cura). Nos hicimos unas fotos, y ya cogimos el autobús para ir a comer.

15 minutos después, llegábamos a la finca Tierrabella, un sitio de esos en los que se celebran bautizos, comuniones, bodas… Allí, tomamos el aperitivo (jamón, melón con lomo, langostinos con queso, croquetas de jabugo (supongo que dicen “jabugo” para no repetir “jamón”), bogavante con mantequilla de anchoas y huevas de salmón (a esto no llegué, estaba acompañando a mis yayos al baño), foie a la plancha con reducción de Pedro Ximenez (pobre Pedro. Al menos, así es útil), bocaditos de ternasco con miel de tomillo y una cazuelita de arroz con crustáceos (si no especifican, malo), en una carpa con barra libre (a saber las Coca-Colas que me tomé…). Un rato más tarde, entramos en el salón. Nos pusieron en la misma mesa a mis padres, a mis tíos y a mis yayos. Y, entre “Vivan los novios”, “Viva el padre del novio”, “Viva la novia”, “Viva el cocinero” y curiosos intentos de canción, empezamos a comer.
De entrante había una ensalada de queso de cabra y cosas verdes (presumiblemente verdura), con unos tomates desecados que acabaron como ratones (los piñones y la pimienta estaban cerca). De primero, un curioso sándwich cuyos panes eran trozos de pescado y el relleno, una mousse de gambas y carabineros (que a saber qué eran) y una especie de sorbete de piña y mandarina (con Vodka, pero muy poco. Bueno, no lo decían. Esperemos). De segundo, solomillo con salsa de queso (mi padre y yo nos tomamos tres) y, de postre, una monstruosidad en el menú: ocupaba nada menos que tres líneas de texto: “Pastel de celebración de dos chocolates con teja de helado de mascarpone y dulce de leche y fresón bañado con chocolate”. Muy bueno todo.
Mientras, comenzaron a darle algunos regalos a los novios. Uno, un tanto peculiar, consistía en un traje de sevillana para él, y otro de torero (o similar) para ella. No lo entiendo, pero bueno. Por cierto, nosotros les regalamos la Wii con el Mario Kart. Mientras, comenzaron a repartir los puros de rigor y navajas, bolsas de chuches y sandalias (en función de si la persona era un niño, un señor o una señora).

Me he extendido tanto en la comida porque hasta casi las siete de la tarde no acabó. Y ahí empezó el baile. Lógicamente, yo estuve revoloteando por ahí, ya que el baile y yo somos como el magnesio y el agua. No, no me gusta ese ejemplo. Mejor, como un yogur con sal en vez de azúcar. Bueno, el caso es que yo estuve tomando refrescos mientras observaba cómo la gente se ponía cada vez más contenta. Especialmente, destacaba un hombrecillo de camisa rosa que acabó intentando sacar a bailar a mi yaya. Había ratos en los que estaba más tiempo en el suelo que de pie.
También acabó bastante alterado mi primo (supongo que, con 4 años, tu cerebro no está acostumbrado a las luces estroboscópicas), dando volteretas e intentando bailar. Finalmente, acabamos jugando con una pelota de goma una a una paleta mediante una goma. El árbol siempre le ganaba :-)
A las 21:30, mis yayos se fueron en autobús. Y, hasta las 23:00, que fue cuando nos fuimos, siguió el baile. Intenté fundir pajitas de beber, pero no lo conseguí. Pretendía taponarlas, para dejarlas de nuevo en el bote. Bueno, ya os imagináis lo que pasaría.

La verdad es que estuvo muy bien, una boda muy entretenida. A ver si se casa la gente más a menudo.


jun 22 2009

Visita a Bodegas Dinastía Vivanco

El otro día fuimos mi familia junto con los Sánchez, Martínez I, Martínez II y Guallar a las Bodegas Dinastía Vivanco.
Salimos pronto de Zaragoza, en un microbús de color granate (así la crónica parece más interesante). En la ida, estuvimos echando partidas al Mario Kart. Yo terminé pronto, ya que la batería de mi DS comienza a fallar (tengo que comprarme un par de placas solares este verano). Mientras, Ana y Elena hacían unos curiosos dibujos (de esos que están en los museos) con ceras Manley, y se los intentaban colocar a todo el mundo en su asiento.
Finalmente, llegamos a Briones, nuestro destino:

Una vez allí, y bajo un sol abrasador, nos plantamos en el recinto de Bodegas Dinastía Vivanco. En la entrada había un jardín con una amplia colección ampelográfica (a la cama no te irás sin saber una cosa más).Allí tenían más de 200 variedades diferentes de vides, obtenidas a partir de 7 cepas “tipo”.
Cerca de allí, también en el exterior, había un parque no del todo convencional…

Entre pitos y flautas, llegamos al edificio principal, y compramos las entradas para la visita al recinto.
La guía era una persona… peculiar. Seguramente, con un informe psicológico de varias hojas. Comenzó por felicitarnos por las fiestas de nuestras respectivas comunidades, y aprendiéndoselas. Entre constantes referencias a Rioja y a que era de Logroño, llegamos a la entrada de la bodega propiamente dicha. Al lado, había un viñedo con una disposición particular: formando hileras, estaban las cepas. En el comienzo de cada fila, habían plantado un rosal. Como esta planta es muy sensible, se utiliza como indicador: si está lozana, no hay problemas. Pero si comienza a deteriorarse, es señal de que hay algún problema. Así, se puede solucionar antes de que la vid sufra daño alguno. Otra peculiaridad de la plantación era que, entre hilera e hilera de vid y rosal, había cebada. Esto estaba en fase de experimentación; era el primer año que lo probaban. En teoría, la cebada lucha por el mismo alimento que la vid, por lo que comienzan a competir. Así, la vid es más fuerte y el vino sabe mejor. Como ya dijeron, eso habría que verlo en Octubre.
Un minuto después, estábamos a varios metros bajo tierra:

De izquierda a derecha: la guía, semiMarina, Nacho, Juanca, yo, Diego, mi hermano, David (no se le ve la cara), Marisa y Guillermo.

Durante el paseo por las bodegas, visitamos las distintas salas por las que pasan los diferentes líquidos, para llegar a convertirse en vino. Hay muchísimos factores que influyen en el vino, pero los más importantes son:

  1. Tipo de vino que se quiere hacer
  2. Variedad de la uva
  3. Clase de madera de la barrica.

El vino debe fermentar en diferentes etapas, y con diferentes cantidades de productos. Por ejemplo, al principio se emplean sólo unas gotas de cada uva. Después, se mezcla con la piel, para que obtenga más matices.
También influye la temperatura y la humedad. En el paso final, las barricas de 225 litros se almacenan en una sala oscura y fresca, para convertirse finalmente en vino de botella.

Después de tanta teoría, pasamos a la práctica:

Afortunadamente, a mí no me gustó ni el Crianza ni el Reserva (lo que eleva mi esperanza de vida unos años más), pero no puede decirse lo mismo de mi hermano.

Después de la cata, regresamos de las profundidades al mundo habitado, donde tomamos otra consumición (en mi caso, mosto) y queso. Al terminar, fuimos al Museo de la Cultura del Vino. Como íbamos ya con el tiempo persiguiéndonos, no nos detuvimos mucho a verlo, pero se podían haber pasado unas cuantas horas viendo distintos elementos de la cultura del vino: desde las antiguas prensas, hasta los primeros alcoholímetros (funcionamiento curioso: era un peso regulado que, al ser introducido en el tonel, indicaba cuánto alcohol había en función de lo que se hundiese), pasando por las primeras embotelladoras. Y muchas cosas más, que habrá que ver con mayor detenimiento la próxima vez (a ver si convencemos al director del colegio para que organice una excursión…).
Además, era impresionante la colección de sacacorchos: más de 3000, lo que la convierte en la mayor del mundo. Había de toda clase: los tradicionales, con funciones especiales, los del Manneken Pis, en bastones… Muy curioso.

Salimos rápidamente hacia el pueblo, ya que habíamos reservado mesa en un restaurante. No encontramos al conductor del autobús, así que tuvimos que ir andando (acabamos con las ideas cocidas). Finalmente, llegamos a “Los Cuatro Arcos”, donde comimos patatas a la riojana y costillas. Además, allí nació nuestro nuevo amigo: el Cerdo. Nos aburríamos (bueno, no todos. Se ve que no llegaban los aparatos electrónicos para todo el mundo), así que cogí una botella, la rajé, eché mano del plato et… voilà!

Después de comer, llamamos al conductor del autobús para que nos recogiese. Como todavía era pronto, fuimos a La Guardia, un pueblo de Álava. Allí grabamos la primera escena de la historia de Cerdo: cómo nació. Fue una actuación bastante buena, con un guión algo extravagante (normal, yo era el director…). A ver si lo cuelgo algún día…
A pesar de haber comido hace nada, merendamos el croissant/cruasán más grande que he visto en la vida. Compramos unos chorizos, y nos volvimos p’al autobús. En el camino, ocurrió algo terrible. Cerdo fue devorado por las fauces de la papelera. Hubo lloros y lágrimas por su alma.

El principio del viaje de vuelta fue normal. Hasta que Ana se sentó junto al conductor (no, el autobús no derrapó ni hizo nada fuera de lo normal). Comenzó por darle conversación, pero luego llegué yo. Le pedí al conductor el micrófono, y me lo dio. Y yo se lo di a Ana (no sabía lo que se avecinaba).
Hora y media de chistes, cotilleos y demás zarandajas de Ana, y adivinanzas del tipo “Es un animal de color —- que vive en —- . ¿Qué es?”.

Un rato (que se hizo bastante corto) más tarde, llegamos a Zaragoza, cansados y, algunos, sospechosamente contentos.


jun 18 2009

Biografía

Hoy, penúltimo día de clase, ha sido el más… espacioso de mi vida. En mi clase somos 30. Hemos terminado 7. De las 6 clases, 4 las hemos pasado en el aula de Informática. Y, cómo no, el Reno Renardo ha estado presente. En una de las “aburridas”, Ciencias Sociales, hemos hecho una redacción, con dos condiciones: se titulaba “Biografía”, y debía empezar así:

18 de Junio de 2030. Me llamo [insert name] Juan Aguarón de Blas. Estoy tranquilamente en mi casa, y he decidido contaros mi vida.

¿Una hora por delante para inventarme paparruchas de que soy rico y trabajo en una empresa? No. Algo mucho más divertido:

Nací en una soleada mañana de Junio de 1994. Crecí hacia arriba en Zaragoza, y fui al colegio Cardenal Xavierre, ahora derruido. Pasé allí una gran parte de mi vida. Nada más terminar el último curso, me compré un boleto de lotería que resultó ser premiado. Multimillonario de la noche a la mañana.
Algunos años después, habiendo salido ya de la Universidad, me encontraba leyendo tranquilamente en mi casa, cuando oí un gran estruendo: montones de aviones pasaban sobre la ciudad. Preguntándome si no sería algún día señalado, abrí la tapa de mi ordenador, y me enteré de que eso mismo estaba ocurriendo por todo el mundo, sin ningún motivo aparente. Al parecer, las naves provenían de la desierta isla de Pascua. Salí al balcón, y me di cuenta de que un extraño olor acre inundaba la calle. Con los ojos lacrimosos, volví a entrar en casa. Ahora, enchufé la tele. Curiosamente, muchas cadenas no funcionaban, y las que lo hacían iban desapareciendo poco a poco. Intrigado, volví al portátil. Extraño. Internet iba mucho más rápido que de costumbre. Encontré algunos vídeos en los que aparecían los aviones, pero no era posible. No me lo podía creer. Enormes hombres de metal, de tres metros y medio de alto, salían ordenadamente de sus transportes. Pero lo peor era que, por medio de algo que parecía ser un gas, estaban aniquilando a todo el mundo. Al poco, la cámara que estaba grabando cayó al suelo.
Miré por mi ventana, y me percaté de que había uno de esos seres en la acera de enfrente. Mientras, la gente huía despavorida. Habiendo visto todas esas cosas, cogí rápidamente una maleta y eché algunas ropas, dinero y una selección de aparatos electrónicos. Llegué al ascensor, y bajé hasta el garaje. Se oía un martilleo rítmico sobre mi cabeza, pero no me detuve a comprobar lo que era, sino que corrí hacia mi coche, un impresionante Lamborghini de color negro. Con los nervios, no conseguí recordar el código de activación, por lo que tuve que serenarme un poco. Unos segundos más tarde, estaba metiendo el acelerador hasta el fondo. Por unos milímetros no me llevé una columna por delante. Llegué hasta la puerta, y pulsé el botón del mando a distancia. Y allí estaba. entre la calle y yo, se interponía una enorme estructura metalica, mirándome con cuatro grandes ojos azules. Era ahora o nunca. Solté el freno, y me lancé contra la enorme máquina. Apreté un botón del panel de control del coche, y un torpedo salió disparado hacia delante, impactando justo en el centro de la oscura figura. Hizo pum. Pasando sobre los restos llameantes, alcancé la ansiada libertad. Bueno, casi, pues en la calle habia dos artefactos más. Y bastantes personas inconscientes en el suelo, o con horribles heridas.

Una hora más tarde, llegue a una gasolinera. Estaba desierta, quizá gracias a una figura que se veía en el horizonte. Sin preocuparme, llené el depósito hasta los topes, y me llevé dos garrafas más de reserva. En la tienda, me aprovisioné de todo lo que podía necesitar para mi supervivencia: caramelos, bebidas, revistas… y conecté mi PDA al Wi-Fi del local. Fluctuaba. A duras penas, me enteré de que los supervivientes se estimaban en 500 millones de personas alrededor de todo el planeta. Y bajando. África estaba prácticamente vacía, Asia se había reducido al 10%. A lo largo de todo el mundo, las fuerzas armadas de todos los países destruían aquellos engendros, y muchas de sus naves caían bajo los provisionales plazas armadas de las ciudades. Volví al coche y, comiendo palomitas, llegué al aeropuerto.

Bueno, hasta ahí he llegado. Como ha dicho el profesor, me he quedado descansado.