Hacía meses que no leía un libro de esos que no puedes cerrar hasta que llegas a la última página. Contact no sólo consigue eso, sino que además es profundo (algo que otros autores que logran mantener la tensión hasta el final no consiguen). Me ha enganchado tanto, que ayer superé por completo la pereza que da leer en inglés (me lo compré en USA) y acabé leyendo 250 páginas casi sin interrupción.
Se trata de una novela de ciencia ficción, sí, pero no es el típico relato de “Humanidad encuentra vida inteligente extraterrestre y…”: Sagan hace hincapié en muchos aspectos de este tema tan habitual en este género que normalmente se tratan muy por encima, si es que se llegan a considerar. Especialmente interesante me ha resultado la “batalla” entre Ciencia y religión que se da a lo largo de todo el libro: aunque la mayoría de ideas no me resultaban desconocidas, la forma en que se entrelazan me ha hecho pensar bastante (de hecho, esta noche únicamente he soñado con Contact).
No os voy a destripar más el libro, así que lo único que puedo decir es que lo recomiendo a todos aquellos que disfruten de la buena ciencia ficción. Y para los que no estén muy versados en el género, no os asustéis: el tiempo interno de la obra está situado en la década de los 90, y la trama es realista, por lo que no hay diferencias abismales con una novela de ficción habitual.
Productos de una tarde ociosa, los chistes que tenéis a continuación sólo pueden ser comprendidos en su totalidad por los que estuvimos en el campus, o bien por aquellos que han tenido en algún momento una fijación obsesiva por los generadores de Van de Graaff. Allá van:
¿Cuál es el colmo de VDG?
Que te lo cargues.
¿Qué hace VDG con una videoconsola?
Cargar la partida.
¿Cuál es la pega de VDG?
Es un poco cargante.
¿Cuál es el dulce favorito de VDG?
El chupa-chups.
¿Por qué VDG no pudo aparcar su coche?
Porque era zona de carga y descarga.
¿Qué hace VDG para conseguir música?
La descarga.
¿Qué tiene VDG en la Universidad?
Un cargo.
¿Por qué VDG no salió de paseo?
Porque estaba chispeando.
¿Por qué VDG abandonó a su perro?
Porque era una carga para él.
Van der Graff y se cae el del medio.
¿Qué le dice un Generador VDG a otro?
¡Pero mira que eres cabezón!
¿Cuál es la virtud de VDG?
Tener los pies sobre la tierra.
¿Cómo sabemos que VDG está en un ascensor?
Porque el ambiente está cargado.
¿Cómo le gusta el café a VDG?
Cargado.
¿Por qué VDG odia ir de viaje?
Porque siempre acaba cargando con todos.
(Carlos García)
¿Cómo se llamaba el perro de VDG?
Chispas.
¿Sabes por qué tuvo que abandonarlo?
Era una carga para él.
(Juan Jusa)
¿Por qué VDG no hizo el Camino de Santiago?
Porque tenía las piernas cargadas.
Como os comenté, durante estas dos últimas semanas he estado en Bilbao con la beca Campus Científicos de Verano. Desde el 17 hasta el 30 de julio he convivido con otras 29 personas con inquietudes científicas como yo, pero no era eso lo único que nos unía: a diferencia de lo que ocurre en otros campamentos o actividades organizadas para grupos, todos nosotros compartíamos carácteres y aficiones similares, lo que ha hecho que estos quince días hayan pasado volando. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de las muchas cosas que he hecho a lo largo de estos días, pero curiosamente parecen menos por lo rápido que ha sucedido todo.
Cuando fui de viaje de estudios a Italia con el colegio me di cuenta de algo muy curioso, llamémoslo la regla del autobús: todo grupo lo suficientemente grande que haya de convivir durante un tiempo, acabará dividiéndose en un mínimo de dos grupos con diferencias sustanciales entre ellos. En el caso de Italia, esto era muy claro: en la parte de delante del autobús nos encontrábamos los frikis, y en la parte de detrás se hallaba la gente normal. Pues bien, si hubiese que meter a toda la gente de Euskampus en el mismo autobús que nos llevó a mi clase y a mí por toda la península itálica, al menos el 90% iría en la parte de delante. Quizá esta imagen lo explique mejor:
Toque de frikismo extra: ¡algunos lagartos infiltrados!
Pero bueno, como he dicho, esto se trata de un campus científicoy, como tal, tenía algo de Ciencia. Bastante, de hecho: todos los días íbamos por la mañana a la Universidad del País Vasco a participar en los proyectos que nos habían sido asignados. La distribución era bastante sencilla: cada grupo de 7-8 personas tenía un proyecto para cada semana: Matemáticas, Física, Química o Biología. Los míos (¡sorpresa!) eran Física y Matemáticas, y en ambos proyectos estuve con las mismas personas.
El proyecto de la primera semana era el de Física, aunque era muy aplicado: lo que hicimos fue construir con nuestras propias manos dos generadores de Van de Graaff. Aunque tuvimos varios problemas que fuimos subsanando sobre la marcha, el grande nos funcionó a la primera. El segundo, de menor tamaño, los terminamos a última hora, pero finalmente todo salió a la perfección. Además de aprender un montón acerca de la electricidad estática y este peculiar ingenio, también descubrimos varias formas de dar garrampazos a algún despistado que se hallase cerca y que meter tenedores metálicos en el microondas no es tan peligroso como parece.
Durante la segunda semana, más corta, nos dedicamos en cuerpo y alma a las Matemáticas, concretamente a la criptología y a la probabilidad. Creo recordar haber dicho que el ambiente de frikismo del grupo era considerable. Pues bien, los profesores de este proyecto eran dignos de ese ambiente. Creo que con eso se explican cosas como la siguiente:
Explicación práctica del Teorema de Bayes
La verdad es que, aunque no soy precisamente un acólito de la probabilidad, me gustó bastante el proyecto en conjunto: venía a ser una especie de selección de los mejores días del TTM.
El último día, el de la presentación en conjunto de los proyectos, tuvo su toque wtf cuando toda la sala (unos 30 estudiantes; 15 profesores; padres y visitantes; y peces gordos de la Uni) vio que nuestra última transparencia consistía en las letras de FIN (cada una de un color) cayendo lentamente sobre un fondo de arcoiris en .gif, y apareciendo un unicornio rosa (también en .gif) con la música de Mario Bros de fondo. Impresionante. Ese día también sorteamos los generadores Van de Graaff que habíamos construido, ¡y yo me llevé el grande! Y sí, mi madre dijo que o se va el Van de Graaff, o me voy yo.
Cuando no estábamos en la Uni también realizábamos actividades: fuimos al Guggenheim, a una gymkana matemática, a la playa, de excursión a un parque natural, a San Sebastián, a algún que otro museo…
¡Animales rodeados de animales!
En definitiva, una experiencia inolvidable. El único inconveniente es que ya no podemos repetir el año que viene, al ser una actividad únicamente disponible para alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato. Así que espero que el Ministerio recapacite acerca de su decisión, sabiendo que si no extiende la edad hasta 2º de Bachillerato todos nosotros estudiaremos Derecho.
Por cierto, durante la primera semana escribí junto con dos amigos un blog -obligado- acerca del campus llamado Not only mejillón Science. Puede que aún publique alguna cosa más sobre el campus en Cosas en General, pero ése está cerrado definitivamente.
Luego os lo cuento con detalle, pero sabed que ahora me hallo en Bilbao, gracias a la beca de los Campus Científicos de Verano. Por cierto, ¡volví sano y salvo de Chicago!
Ahora me toca ir a la presentación oficial, recemos porque no sea soporífera. Por la noche escribo más.
Lo primero de todo, ¡feliz 4 de julio! Bueno, teóricamente ha acabado hace 24 minutos, pero todavía se siguen oyendo petardos en la lontanza.
“Juan no ha publicado nada últimamente, ¿se habrá olvidado del blog?”, os preguntaréis. Pues no, de hecho soy muy consciente de que el año pasado publiqué varias entradas -bastante elaboradas, todo hay que decirlo- durante mi estancia en el país de las barabacoas y de que este año ésta es la primera, pero todo tiene su explicación: el verano pasado iba con un grupo, lo cual implica una organización que planea actividades (que dejan mucho tiempo de ocio) para el día a día, amén de ser responsable de la estancia de los estudiantes. Además, mi familia del año pasado era un tanto peculiar, y yo no salía mucho de casa.
Sin embargo, este año he venido por mi cuenta gracias a que los Fischer -la familia anfitriona de una chica del grupo del año pasado- me han acogido. Y bueno, siendo el sexto brother de la familia, la verdad es que no tengo mucho tiempo libre. Ahora bien, me lo estoy pasando genial, y estoy hablando más inglés que nunca -ésta es la ventaja de ir sin una organización: no hay españoles con los que tener facilidad de palabra; no obstante, Susan, la madre, es profesora de español, pero no lo habla a menudo-, así que supongo que las entradas de blog tendrán que esperar a la vuelta. De todas formas, no esperéis gran cosa, ya que el año pasado conté prácticamente todo acerca de lo monumental-turístico que tiene Chicago, y esta vez se trata de un viaje de inmersión en familia a tiempo completo (con todo lo que ello conlleva). De todos modos, os dejo con estas fotos (¿alguien adivina con qué o quién salgo?) para que veáis lo sano que estoy; las fotos con gente tendrán que esperar ya que están en la cámara de Claire.
No sé cuándo volveré a publicar, al fin y al cabo ya he pasado el ecuador de mi viaje. Con algo de suerte lo volveré a hacer antes de que me marche, pero si no lo hago, sabed que me hallo estupendamente.