Ya que ha llegado el buen tiempo y el ángulo de incidencia de los rayos solares todavía no es muy pronunciado, me parece conveniente comentaros las muchas bondades de la útil afición de leer por la calle, así como daros algunas indicaciones para que aunéis lo mejor de vuestros paseos vespertinos con las obras más selectas en edición bolsillo.
Quizá hayáis intentado leer alguna vez mientras caminabais, o bien ya sois unos expertos en el tema y podéis recorrer kilómetros con El Quijote. O también podría ser que no os guste leer, en cuyo caso podéis entreteneros un rato aquí. En cualquier caso, no podéis negar que a una actividad tan saludable como lo es dar un un paseo de casa al trabajo le falta algo de emoción. En caso de que os guste ir mirando los escaparates, perfecto. Pero si conocéis de memoria la posición en la escala de Mohs de cada uno de los adoquines y podríais recorrer el trayecto con los ojos cerrados (habilidad muy útil para leer andando, todo hay que decirlo), o bien no os importan las últimas ofertas en patucos, ¡la lectura será vuestra nueva compañera de viaje!
Visto lo visto, seguro que ahora estáis deseando salir a la calle y devorar unos cuantos capítulos del primer folleto de supermercado que encontréis. Pero, ¡atención! Yo no he dicho que vaya a ser sencillo. De hecho, para ilustrar los peligros de este deporte, me pondré a mí mismo como ejemplo:
Comienzos de julio de 2004. El joven Juan iba tranquilamente al cumpleaños de su primo pequeño y, ya que el trayecto era aburrido, caminaba leyendo un libro. Sin embargo, todavía no había desarrollado la capacidad de leer andando sin chocarse. La consecuencia más visible de este hecho fue un chichón en su frente. La que menos, una ligera inclinación de un semáforo.
Evidentemente, si por aquel entonces hubiese dominado la técnica, mi volumen craneal no habría aumentado tan repentinamente. Por eso, pongo a disposición de todos los pequeños Juanes que hay por el mundo una serie de consejos que harán de la lectura en peregrinación una práctica menos peregrina.
Lo primero, y más importante, es el libro. Me parece bien que coleccionéis libros de canto gregoriano pero, como podréis comprender, no resulta viable llevar el facistol a cuestas. Así que haceos con un libro de bolsillo, a poder ser de tapa blanda y de un tamaño que permita guardarlo cómodamente en los bolsillos. Aunque es cierto que ésta es una práctica más apropiada para invierno, ya que se suele llevar abrigo (lo cual permite almacenar tres libros cómodamente), no suele haber ningún problema en llevar un ejemplar reducido en el bolsillo del pantalón. Lo ideal sería un pantalón con bolsillos en las rodillas, aunque son una prenda de ropa no muy común en comparación con los vaqueros.
A continuación, la técnica: si estoy escribiendo esto, es porque hay que modificar ligeramente la postura del cuerpo para poder leer y no estamparse contra el primer viandante inocente que no veamos. En realidad, resulta muy sencillo: el tronco ha de estar completamente vertical (como lo estaría si anduvieseis con normalidad; no hace falta ser un Ent), al igual que el cuello. Nada de inclinar el cuello hacia abajo, pues entonces estaríais mirándoos a los pies y eso aumenta drásticamente las posibilidades de que tengáis una charla brusca con el pobre viandante de marras. Lo que hay que hacer es elevar los brazos y mantener el libro a la altura de la cara, como si quisierais que nadie os viese mascando chicle. Lógicamente,el libro no debería taparos los ojos, porque si no estamos en las mismas. Mejor dejar la parte de arriba del libro cerca de la punta de la nariz, y no moverla mucho (el borde del libro; con la nariz podéis haceros un nudo si queréis). Esto os permitirá leer el libro cómodamente, permitiendo que vuestro cerebro os avise en cuanto vea aparecer un obstáculo en la zona superior del campo de visión.
Si ya os sabéis el camino, aprovechad los semáforos en rojo para leer con el cuello doblado, que si no se puede acabar cansando de estar todo el rato quieto. Para los vagos, recomiendo apoyarse en el propio semáforo, pero únicamente con el hombro a una altura prudencial y con las piernas cruzadas sin tocar el poste (esto impide que los posibles fluidos de la mascota del vecino hagan que vuestras perneras acaben descoloridas).
Además de por el abrigo, leer en los meses fríos tiene la ventaja de que la luz no daña demasiado la vista. Si leéis en ciudad, intentad ir por la acera en la que haya más sombra en ese momento, y leed únicamente por las zonas de sombra. De este modo vuestros ojos no sufrirán cuando paséis de una calle con una agradable penumbra a otra completamente iluminada (además, a esto se le añade un inconveniente del papel: es blanco, y el color blanco refleja. No llega a ese extremo, pero hay gente que se ha quedado ciega por esquiar sin gafas a causa del brillo de la nieve). Aunque personalmente no me gusta mucho la luz del sol, no estoy siendo prejuicioso: realmente hace pupa que tu agradable página mate se convierta en un flash de cámara de unos cuantos lúmenes de intensidad.
Finalmente, os recomiendo mirar a vuestro alrededor en busca de móviles (o no, véase la anécdota del semáforo) con los que podríais chocar: cada página o media ídem alzad la cabeza y escanead, que más vale prevenir que curar.
Y ahora que os he aleccionado convenientemente, esperad a que descienda el Sol y quemad unas cuantas neuronas y calorías con vuestra nueva habilidad adquirida (no hablemos ya de la imagen de persona interesante que infundiréis en el barrio), que el verano está próximo y no viene mal perder un poco de masa. Cerebral.
Cara que se te queda al oír "¡Soy fan de Justin Bieber!"
Últimamente se está dejando ver bastante el emoticono de “Mirada de la desaprobación”, o “Look of Disapproval“, como se lo conoce en Internet. Surgido en 2007-2008 (aunque siendo tres caracteres nunca se puede estar seguro), se trata de una cara mirando desaprobadoramente (¡sorpresa!). Hela aquí:
ಠ_ಠ
El porqué de su nombre es evidente. El caso es que los caracteres de los ojos son letras del alfabeto Kanada, una lengua mayoritaria de la India con raíces sánscritas, lo que hace que sean como los Wallys de nuestro teclado. Y como el ALT+3232 es algo engorroso (aunque resulta sencillo de recordar), existe una extensión para Chrome que lo único que hace es mostrar un desplegable con diversas caras con serio semblante para copipastear.
Ctrl+C, Ctrl+V.
Sencillo, cómodo y rápido. Así que no me protestéis. ఠ_ఠ
Ayer a mi madre se le ocurrió decirme “tira ese bote vacío de patatas”, y eso no se puede hacer. Así que me puse cerebro a la obra, a ver qué se podía hacer con él.
Para hacer nuestros potentes (se oye mejor que con algunos comerciales que he visto por ahí) altavoces, sólo necesitaremos los siguientes materiales:
Un bote de ¿patatas? Pringles preferiblemente vacío
Un altavoz de 3" y 8 Ohmios de impedancia
Un conector audiojack (canibalizado sale más barato)
Además, hará falta cable, pegamento (yo he utilizado termofusible, es una maravilla) y, en función de vuestra habilidad haciendo conexiones, un soldador.
El montaje es bastante sencillo. Primero, se recorta la tapa inferior del bote de Pringles (la metálica) para obtener un tubo hueco. A continuación, se cogen dos cables y se sueldan a las patillas del altavoz (uno al + y otro al -). Al ser un único canal (para el estéreo harían falta dos altavoces), conectaremos el altavoz a una única salida del audio jack. Su anatomía es la siguiente:
Con un tester se puede comprobar la conexión por los cables del otro extremo
En mi caso, he soldado el cable que sale del negativo del altavoz al número 1 (ya que es tierra), y el positivo al 3 (canal izquierdo). Después lo he cubierto todo con una dosis generosa de termofusible para que no se suelte nada.
Lo siguiente es comprobar la conexión: se introduce el conector en el ordenador o reproductor MP3 de turno, y se escucha atentamente alguna canción. Si se oye algo además del ronroneo del ventilador, ¡enhorabuena, funciona! Pero como podréis comprobar, el sonido no es gran cosa: sale hacia todos los lados, y se oye muy bajo. Aquí es donde entra en juego el bote de Pringles: se pega (de nuevo, con termofusible) al altavoz; deberían encajar perfectamente. Se deja secar y… voilà! ¡Ya tenemos nuestros altavoces con subwoofer incorporado!
Tienen un sonido muy peculiar que lo hace idóneo para escuchar canto gregoriano o música coral en general.
Se me había olvidado publicarlo, pero más vale tarde que nunca: he pensado que no merece la pena narrar todo el viaje aquí en el blog, ya que los profesores con los que fuimos lo fueron haciendo cada noche. Si a alguien le interesa leer las crónicas, helo aquí. Os dejo con un fragmento de una entrada que escribí con Fran y Sergio:
El Adriático con la luz del alba
al supremo vaporetto precede
que a la villa del Véneto antecede
y nos encontramos gente a mansalva.
El Palacio Ducal visitamos
de oro de muchos quilates colmado
con obras maestras dignas del papado
y en la Plaza San Marcos alucinamos
ya que el estómago mucho rugía
antes de en góndola, darnos un paseo
fuimos a jalar a una tratoría
y entre edificios que ni la Seo
montamos una gran algarabía
mientras buscábamos un aseo.
No es digno de Quevedo, pero aun así refleja muy bien el espíritu del viaje
Su origen se remonta a la palabra del latínquaestiō (pregunta), el cual comenzó a ser abreviado como Qo, para indicar una pregunta. Con el paso del tiempo, esta abreviación dio origen al signo de cierre de interrogación (?).
Lo cual queda muy bien resumido en la siguiente imagen:
También de Wikipedia
Otro hecho interesante (el que me llevó a investigar sobre el tema) es la existencia del signo de apertura de interrogación, ¿. Mientras que el signo de cerrar interrogación ha evolucionado, como hemos visto más arriba, el ¿ fue creado súbitamente en 1754 por la joven RAE. Sin embargo, tomó casi un siglo su implantación total, ya que en esa época la Real Academia no tenía la influencia de hoy en día. Se podría pensar que era algo necesario, ya que al comienzo de una oración se desconoce el tono a emplear, pero la verdad es que otros idiomas, como el francés, tienen el mismo problema y no se ha hecho nada por subsanarlo. El que en español este signo haya acabado teniendo una presencia total se debe a que la monarquía española le daba mucha importancia al criterio de la RAE.
Finalmente, y que conste que este punto no pretendía escribirlo (me he enterado mientras me documentaba), en 1962 se creó el interrobang, ⸘ y ‽, un signo que combina el de exclamación e interrogación.
El otro día (con todo este ajetreo, ya no sé cuándo fue) fui a una conferencia de Wicho (uno de los tres redactores de Microsiervos, el blog más leído en español) a Zaragoza Activa, en la biblioteca Cubit, sobre cómo montar blogs de éxito.
Estuvo realmente interesante, aunque la parte “básica” ya la tenía yo muy trillada. De todas formas, nunca viene mal repasar algún que otro concepto. También me pareció cuanto menos curiosa la historia de su blog, que explicó con detalle. Sin embargo, el mensaje central de la charla fue este:
Y como colofón, conseguimos robarle una foto para la posteridad:
De izquierda a derecha: servidor (o en este caso, cliente), Wicho, Penas y Paloma. Nótese mi camiseta, apropiada para la ocasión :)
Por cierto, la presentación está colgada, por si alguien quiere echarle un ojo.